lunes, febrero 09, 2015

Mocos y babas el 2016

 A finales del año pasado, la cosa electoral estaba del peor verde moco y de la baba más babosa, después de muchos años. Nada que escoger, en otras palabras. Las encuestas ponían cada vez más por delante a la hija del dictador de los 90 y ya no se molestaban en buscar razones para ello, creando una cierta corriente a lo Castañeda, se vota aunque no ofrezca nada, se escabulla de los problemas y evite un verdadero deslinde con la corrupción.

Y, detrás de la favorita, iba PPK, el padre (quizás abuelo) del programa neoliberal y en el tercer puesto García, que como se sabe usa tácticas de carreras de caballo, en las que empieza retrasado y gana en atropellada final. Con ese menú, el 2016 se venía suavecito para los grandes intereses que dominan el país. Ciertamente, las condiciones para que esto funcionara eran excepcionales: (1) un centro político-ideológico-comunicacional, controlando la agenda del país, los temas del debate y la actuación de los principales candidatos, conformado por la gran concentración mediática, que siente que cuando compró Correo, se compró de paso lo que le faltaba de país;

(b) una considerable ventaja electoral de su candidata preferida antes de empezar la campaña, que induce a que todos aceptemos el hecho como consumado, con la excepción de García que está dando su pelea, pero que en una disputa en frío Keiko-AGP, perdería con la hija del japonés, por puro desgaste de imagen y por preferencias del poder de prensa;

(c) ausencia completa de debate programático, bajo la premisa de que en economía se hace lo que se debe hacer, y en seguridad se impone la mano autoritaria, que nos cuida de nosotros mismos. Aparente ausencia de alternativas fuera de este esquema.

Todo esto era válido, hasta que empezó la crisis de la Ley Pulpín. De un día para otro el plan de recambio político, se resquebrajó y mientras El Comercio aplaudía la aprobación de la ley de recorte de derechos laborales juveniles y el “coraje” de los congresistas que habían votado por ella, la totalidad de partidos de la derecha se desbandaban y sus voceros anunciaban que pedirían la derogatoria, incluida la rectificación de su voto..

El sistema de control político-ideológico, se cayó por los suelos y los Miró Quesada tuvieron que inventar un doble estándar de interpretación: la ley estaba bien, muy bien, pero “políticamente” se había hecho inviable. ¿Cómo?, ¿por qué?, nadie daba una respuesta. El poder de aplastamiento de los diarios y televisoras de un solo dueño, apareció vulnerable después de mucho tiempo y la idea de que los partidos eran simples acólitos de la gran prensa, también salió por la ventana. Podían seguir a El Comercio en sus campañas, pero no arriesgarse a entregar los votos juveniles a sus peores enemigos.

La campaña sobre chuponeos, reglajes, etc., con los que el conglomerado de la gran prensa ha buscado volver a marcar la pauta desde hace algunos días, de lo que hacemos y discutimos, ha sonado hueca precisamente porque el golpe que los jóvenes le han aplicado al sistema tiene que ver con su credibilidad y las estructuras de mando de la derecha. Por primera vez, un movimiento masivo ha denunciado a la Confiep como fuente de las leyes antipopulares y a El Comercio, como su correa de trasmisión.

El caso es que lo que estaba altamente controlado, se dispersó y pasamos a otro escenario político. La derogatoria de la Ley Pulpín ha dejado debilitados a los tres candidatos de las encuestas, quizás el menos afectado sea el APRA de García, que movilizó jóvenes y buscó el enfrentamiento con el gobierno. En cambio Keiko encarnó la ambigüedad, lo que tiene que haberle quitado votos y entusiasmo entre la gente.

Dislocado el control mediático y ensombrecidas las candidaturas de derecha, el tercer elemento nuevo de la situación ha sido que la ley Pulpín no ha sido rechazada sólo por su perversidad antijuvenil, sino que ha sido entendida como parte de un modelo económico que nace de los intereses de las grandes empresas, cubiertas por una prensa que es parte del sistema, y sostenido por la policía del gobierno que apalea jóvenes en las calles mientras el presidente dice que es por su bien.

Los efectos políticos de esta batalla tienen que ver ciertamente con jóvenes movilizados y organizados, líderes nuevos y tal vez con creación de otros partidos. Pero hay mucho más: la derecha se ha “desprogramatizado”. Al darle a la ley Pulpín le han dado a todo el proyecto de nuevas reformas neoliberales en el sector laboral. ¿Cómo harán para sostener una cosa y la otra?

A su vez, el nacionalismo gobernante se ha decantado en un ala neoliberal y otra antineoliberal, que colinda con la izquierda en la exigencia de un cambio profundo en la país, demostrando que lo que era un proyecto improvisado de los Humala que arrastró a mucha gente, ha dejado huellas para un reagrupamiento posterior. Como decíamos más arriba, nada de esto existía a fin del año pasado y ahora son realidades de las que no se puede retroceder.

La gran concentración que se movía a sus anchas, está reflejando el desconcierto que les ha quedado del episodio Pulpín: jóvenes radicalizados en forma masiva, normas de ajuste de la economía derogadas, derecha ganándole al gobierno con una posición en la que no creen, nacionalismo radical que podría constituir la tercera bancada del Congreso y aspirar a la presidencia del legislativo. Los mocos y las babas están en retroceso, aunque todavía no se ve alternativas en la cancha.

La idea de un Perú de derecha, donde los radicales se derechizan apenas hablan con un funcionario del MEF,  y donde la gente vota por el que sabe que va a robar y traicionar, ha entrado en crisis y esperemos tener la fuerza para mantener el caso abierto hasta la fecha de las elecciones. Tal vez los resultado que hace tiempo se vocean, se caigan por el camino y aparezcan alternativas por un país diferente.

Por ese camino podemos evitar ser llevados a disyuntivas que parecían imposibles hace unos días, cuando lo único que se podía decir del Perú era que estaba atrapado en distintas variantes de lo mismo, donde lo único que podía escogerse era para peor.

Felizmente los jóvenes de la lucha contra la ley Pulpín aparecieron cuando menos se le esperaba y han cambiado los equilibrios políticos que existían hasta hace poco. Todavía podemos evitar ahogarnos entre mocos y babas. 
                                                                                          
09.02.15

Publicado por Hildebrandt en sus Trece

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada de “anónimo”, soy Ambrosio

Don Raúl en su pepinal: especulando, mirando la paja en el ojo ajeno e ignorando la enorme viga en el suyo. Hoy Martha Meier MQ no es una “gorda zarina” indigna e impresentable: es una “victima”, un “heroína” de las maldad de la hidra de mil cabezas, los tíos de Yanacocha.

Soy el primero en lamentar no poder leer a doña Martha Meier Miro Quesada. Espero que pronto publique, seguro que ocurre, será uno de esos embates a los que los periodistas liberales acostumbran. Espero leerla pronto, en El Comercio precisamente.

Obviamente El Comercio, como Diario Uno por cierto, tiene todo el derecho de mantener una línea editorial y un estilo en sus publicaciones. Un medio periodístico no puede permitir que se ataque el orden democrático, EC sólo permite artículos que defienden la democracia plural y los principios liberales, orden legal dentro de la Constitución. Y el contenido de la sección editorial lo decide, facultado por la junta editorial, Fernando Berckemeyer y nadie más.

En lugar de decir tanta deficiencia de juicio en la columna de hoy, don Raúl debería aprender la lección que le ofrece la claridad de la línea editorial de El Comercio, la que no se queda en nepotismos, como, por ejemplo, Diario Uno.
- ¿Cuándo Diario Uno ha permitido voces disidentes?
- ¿Cuándo Diario Uno ha sopesado (usando las palabras de don Raúl) “los principios de la libertad de expresión” dando espacio a liberales?
- ¿Cuándo Raúl Wiener inicia una investigación de los bienes de la madre de la primera dama?
- ¿Cuándo investiga la mordida en la compra de armamentos de Humala?

Héctor Mejía dijo...

Ante este nuevo escenario surgido tras la derogatoria de la ley pulpin, la izquierda debe plantearse una renovación de sus cuadros para participar en las próximas elecciones dejando de lado a los dinosaurios que tanto daño le hicieron a la unidad y armando una lista con gente joven como Verónika Mendoza, Maritza Glave, Julio Arbizu, Sergio Tejada, Yomar Melendez, Sayuri Andrade y otros muchachos que surjan de "las zonas" y que no esten conyaminados con el divisionismo setentero -ochentero dela izquierda: ese deberia ser el punto de partida para alcanzar una candidatura que recoja el espíritu de las marchas anti-ley pulpín.

Anónimo dijo...

MOCOS Y BABAS EL 2016: Creo que son buenos deseos proyectados sobre la realidad lo siguiente: "Dislocado el control mediático y ensombrecidas las candidaturas de derecha, el tercer elemento nuevo de la situación ha sido que la ley Pulpín no ha sido rechazada sólo por su perversidad anti juvenil, sino que ha sido entendida como parte de un modelo económico que nace de los intereses de las grandes empresas, cubiertas por una prensa que es parte del sistema, y sostenido por la policía del gobierno que apalea jóvenes en las calles mientras el presidente dice que es por su bien." A mi también me gustaría que fuera así y estaríamos ante una situación pre-pre revolucionaria, y no es así. Me parece que es un broma hablar de la izquierda refiriéndose a muertos vivientes y a otros que pronto lo serán. Igual tengo esperanza en los jóvenes, tal vez los viejos podamos dejarles algo; pero el cambio no pasa por lo electoral del 2016, esa fiesta es de los muertos que creen que están vivos.