jueves, marzo 06, 2014

La presidenta y la primera dama

El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Nacionalista, elegido en diciembre 2013, no se ha reunido ni una sola vez. La presidenta no se ha dignado a citarlo. El partido sigue aplicando la táctica de no tomar posición: no firmar el comunicado de la derecha sobre Venezuela pero no proponer ninguna posición propia, como si lo hizo el Frente Amplio; no participar en las elecciones de octubre; no opinar oficialmente sobre el cambio de ministros; etc. Las luchas intestinas siguen revueltas tanto en Lima como en provincias. Los locales siguen abandonados y la estructura partidaria es cada vez más débil en plazas estratégicas como Cusco, Arequipa y otras.

Nada ha cambiado en más de dos meses, salvo la nueva fórmula que se está repitiendo con frecuencia que cuando Nadine mete sus narices en asuntos de gobierno, lo está haciendo ya no porque haya confundido el papel de la primera dama, sino porque es la presidenta del partido oficial. Tal como se está manejando este tema se podría decir que su nombramiento a propuesta de Ollanta Humala se hizo sólo para eso y que lo que se quiere trasmitir es que el cogobierno no es de los esposos sino de los socios políticos.

Claro que existe la sospecha de que la interpretación está siendo hecha a posteriori, a falta de argumentos para justificar que la doña derribara un primer ministro y avalara al que Villanueva quería sacar del camino. Y que a fuerza de que algunos empezaron a utilizar esta coartada, otros se fueron copiando el argumento. Es una manera de decir que el encargo a Nadine se hizo sin pensar exactamente en alguna razón específica que no fuera de que las posiciones de poder no pueden ir más allá de la pareja.

Porque lo evidente es que Nadine no quería una vocería política frente a la de los otros partidos, y lo que se ha visto no es sino una voz de mando reforzada dentro del gobierno. Nunca se vio a un presidente de partido subrayar la agenda del gabinete ni definir quién es el que debe hablar sobre determinados temas, en este caso el del salario mínimo. Eso, aunque parezca una explicación para idiotas, es precisamente el espacio para el que existe el premier y que los Humala-Heredia no han querido reforzar con ninguno de sus primeros ministros.

Nadine, por supuesto, no ha aportado ninguna idea política de valor en todo lo que va del gobierno y sin embargo cada día aumenta su reputación como el personaje más poderoso del régimen. Es claro que no va ganando esta posición como lideresa con algo que ofrecer al país, sino como usurpadora de responsabilidades dentro de la organización del Estado, con el consentimiento o la pasividad de su marido. Pocas veces debe haberse visto en la historia mundial justificaciones más deplorables para una cosa más penosa. Una degradación colectiva en nombre de un capricho de poder.

06.02.14

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