martes, noviembre 05, 2013

La sostenibilidad del crecimiento hacia fuera en una perspectiva de largo plazo

En el debate sobre las curvas de crecimiento de la economía peruana y la posibilidad de recuperar los índices más altos (más de 8%), a partir del incremento sostenido de la inversión y la ejecución del paquete de proyectos mineros que está pendiente en el país, se ha hablado mucho de confianza, de voluntad política y de persistencia en el modelo económico, dando a entender que la llamada “desaceleración” (los últimos meses el crecimiento anualizado del PBI se mueve apenas por encima del 4%), responde a creencias subjetivas de los inversionistas, dudas del gobierno y mensajes errados sobre la dirección de la economía.

Como nunca había ocurrido antes, el partido del expresidente García, que aspira a regresar al poder en el 2016, se presentó al llamado diálogo con el gobierno, en realidad con el primer ministro Jiménez, con un documento en cuyo primer punto se subrayaba que no debía haber ningún cambio en la orientación económica, como si creyera que el gobierno del presidente Humala estuviera dudando acerca de eso.  Pero lo cierto es que todo lo que se dice sobre eventuales cambios, por ejemplo el apoyo estatal para la industrialización que se mencionó en el discurso del 28 de julio, o la prioridad de la inclusión sobre el crecimiento, son meras palabras, o intenciones sin ninguna iniciativa concreta. En septiembre, durante el Congreso del empresariado minero en Arequipa, el presidente elevó a este sector al nivel de motor original de la economía peruana del que dependerá que mañana nos diversifiquemos económicamente o que podamos sacar a millones de personas de la pobreza. ¿Por qué en el pasado no se logró eso?, es una pregunta que el presidente no se plantea.

Pero si el APRA, quiere ser el principal abanderado de un sistema económico que abrazó apasionadamente en los años del segundo gobierno de García, después de haberlo criticado durante la campaña electoral por egoísta y excluyente; los otros partidos no le van lejos, aunque puedan ser más discretos en sus preferencias. El fujimorismo, como siempre, insiste en que el modelo sólo funcionará bien si hay un Fujimori en el comando, y a eso le llaman “liderazgo”. El PPC, Perú Posible y otros casi ven como natural que la economía esté fuera de las discusiones políticas, porque de ella se encargan los “especialistas”. Sólo la izquierda rompió la monotonía en este punto, con un pedido de renuncia del ministro de Economía, para cambiar la política en este campo, que por ahora no es más que un gesto que no conmueve al resto de la clase política y que a decir verdad sólo expresa a los sectores más radicalizados de los movimientos sociales.

Tal pareciera que efectivamente no hay alternativas en el terreno económico y que pase lo que pase vamos a seguir las mismas pautas en los meses y años que vienen. Pero dicho esto viene de inmediato la pregunta: ¿qué es lo que define y resume el llamado modelo económico que el Perú vive desde hace un buen número de años y hasta donde es sostenible en el tiempo, sobre todo en una mirada de largo plazo?

Elementos esenciales

La Constitución de 1993, declarada durante la campaña electoral del 2011 como el verdadero programa fujimorista, pero convertida por otros partidos en intocable y adoptada por el presidente Humala como una más de sus concesiones al “realismo”, a pesar de haber rendido homenaje al “espíritu” de la Constitución anterior de 1979, contiene algunos de los elementos esenciales del orden económico que rige en el Perú desde hace veinte años:

·          Proscripción de la actividad empresarial del Estado; limitación de su participación económica a la “promoción” del empleo, la pequeña empresa y otras, sin mención a la función reguladora u orientadora en la economía, la priorización de sectores, la protección del trabajo, etc.; liberalización total de la “iniciativa privada”, de manera que no pueda ser limitada en ningún sentido; prohibición solamente de los “monopolios legales”, es decir autorizados por ley, y no de los que se generan en el proceso económico, restringiendo el control del Estado a evitar “abusos”. El efecto de todas estas concepciones ha sido crear un desbalance de poder entre el mundo privado y el poder estatal, donde el primero determina el curso económico de acuerdo a sus intereses y a sus expectativas particulares de ganancia, como si estas coincidieran con el interés común (artículos 58 al 61).

·         Igualación del contrato privado con el público, que contradice el supuesto de que el Estado no es un agente económico y no podría transar sobre sus bienes y servicios en los mismos términos que lo hace quién negocia sobre lo que es suyo. Bajo este método denominado de “contratos leyes”, se convierte decisiones de órganos del Estado en “leyes” entre las partes, e incluso se prohíbe su revisión por el Congreso, haciéndolos irrevisable, aún cuando mediara ilegalidad o corrupción (artículo 62).

·         Igualación de trato entre la inversión nacional y extranjera, y admisión de la jurisdicción de tribunales internacionales para las controversias enmarcadas en tratados de comercio, que como se sabe se han multiplicado, abarcando casi toda la actividad económica significativa. La inversión nacional y extranjera no tienen limites de ingreso a ninguna actividad de producción de bienes y servicios. Las divisas son libre uso o acumulación. La protección al consumidor se expresa en el derecho de información que deben tener sobre los bienes y servicios que existen en el mercado (artículos 63 al 65)   

·          Los recursos naturales son del Estado, pero no pueden ser aprovechados por él y se someten a contratos de concesión que otorgan el derecho a los particulares. Bajo este criterio, las riquezas naturales renovables y no renovables se convierten en uno de los temas básicos de los contratos-leyes, a través de los cuales los privados se apropian de los derechos del Estado sobre los recursos que entran en explotación (artículo 66).

·          La propiedad es inviolable, y sólo puede verse afectada por razones de seguridad o de necesidad pública (expropiaciones de terrenos); la propiedad de extranjeros (empresas o personas), tiene el mismo trato que la de nacionales. Los bienes de dominio público son inalienables e imprescriptibles, pero pueden ser cedidos a particulares para su aprovechamiento económico (artículo 70 al 73).

En una mirada de conjunto, el régimen económico que está constitucionalizado en el Perú y que explica lo que ha pasado con la economía peruana en años recientes es uno que es totalmente libre para la actuación de monopolios y semimonopolios privados y extranjeros, amparados en tratado internacionales; sin actividad económica o regulación estatal; que pactan con el Estado como si sus bienes y derechos fueran de propiedad de quién firma en su nombre y tuvieran libre disponibilidad; en el que los recursos naturales son del Estado y no de las comunidades o los pueblos donde se localizan, y se explotan a través de concesiones privadas; los capitales extranjeros están doblemente protegidos, por los gobiernos de sus matrices y por el Estado peruano que los trata como nacionales; una economía finalmente en la que nadie recibe protección, ni lo nacional, ni la pequeña o micro empresa, ni los trabajadores, frente al poder del gran capital.

Todo esto ha revertido en un crecimiento económico basado en la extracción de recursos naturales; dirigido hacia fuera, es decir a mercados exteriores; con alta concentración de la propiedad y el dinero; con derechos ineficaces por falta de compromiso estatal; con un gran poder político de las organizaciones empresariales. Esta realidad es la que no quiere ser cambiada, o que gobiernos que ingresaron ofreciendo cambiarla, incluyendo el tema constitucional, han demostrado una penosa impotencia para cumplir sus promesas.

Una coyuntura irrepetible

El modelo neoliberal no apareció de la nada en los años 90. Sus antecedentes internacionales son ampliamente conocidos y explican el giro de la economía mundial desde fines de los 70, pero se tiene menos claro el esfuerzo de varios gobiernos por asimilarse a ese proceso, bajo presión del FMI y el Banco Mundial, en condiciones de alta inestabilidad económica y política, y de gran resistencia social. El dato es clave porque lo que explica el triunfo final de la propuesta y su duración de largo plazo son factores extraordinarios, muy difíciles de volver a reunir:

a)     Una circunstancia proclive a la “solución autoritaria”, por la combinación de hiperinflación con violencia política, lo que aceleró las decisiones y doblegó las resistencias;

b)    Un “capital inicial” ara el ajuste y reorientación de la economía, conformado por el stock de empresas públicas privatizables, y fuentes de recursos y servicios concesionables;

c)     Un contexto internacional excepcional de demanda de materias primas que condujo a un boom de precios en el mercado internacional, a una altísima rentabilidad minera y a un incremento sustantivo de la recaudación;

d)    En paralelo un ingreso masivo de capitales de corto plazo por el diferencial de tasas de interés entre los bancos peruanos y los de los países de origen, generando una fuerte liquidez en moneda extranjera, contribuyendo a un tipo de cambio a la baja, abundancia de crédito interno y aumento de las importaciones;

e)     Rezago salarial, como efecto de la crisis prolongada, la severidad del ajuste y la política deliberada del Estado y las empresas de mantener salarios bajos para mejorar la competitividad internacional de los productos nacionales, lo que se sostenía además en el debilitamiento del movimiento sindical y la flexibilización de los puestos de trabajo.

Con todo este piso se armó el modelo. Y se desarrolló el crecimiento discontinuo de los 90 y el prolongado de 2002 hasta el presente. El punto ahora, cuando la mayoría abrumadora de los sectores políticos que se encuentran cerca del poder, actúan bajo el miedo de hacerse responsables de la quiebra del “milagro peruano”, es saber si la variación en la mayor parte de estas condiciones, tanto las internacionales como las nacionales, las económicas y las políticas, va a hacer sostenible la ilusión del crecimiento.

05.11.13

Publicado en Actualidad Económica Nº 1 (tercera etapa)

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