lunes, septiembre 23, 2013

La arbitrariedad

El rasgo más notable de la tiranía es la arbitrariedad. Y se es arbitrario cuando se cree que el poder permite hacer lo que a uno le de la gana: desde un favorecimiento indebido, hasta una venganza personal, pequeña o grande.

Digo esto no para referirme únicamente a las dictaduras que son arbitrarias por definición, sino a las democracias que se van volviendo autoritarias. Por ello mientras se mantengan espacios de prensa libre habrá que combatir sin pausa al pequeño tirano antes que se vuelva grande.

Miren no más el caso de García, que no sólo se burla de las investigaciones que se le hacen y las anula gracias a un juez amigo, sino que nos desafía diciendo que igual va a volver a ser elegido y borrará las huellas de sus anteriores delitos.

Humala ha actuado con arbitrariedad cuando se deshizo por su sola decisión del programa en torno al cual se desarrolló la campaña del Partido Nacionalista y el frente de Gana Perú.

También cuando ordenó sumarse a la sanción contra el congresista Diez Canseco para “castigarlo” por haberse separado del bloque de gobierno, luego del viraje a la derecha del presidente.

Y está siendo arbitrario al mantener sin pensión alguna al excongresista andino Juan Mariátegui, que era uno de los elementos de lustre de la bancada nacionalista del 2006 al 2011, pero que por algún extraño motivo ha sido despojado de sus derechos por las sucesivas mesas directivas del Congreso durante este gobierno.

¿Le molestó a Humala que Mariátegui no aceptara ingresar al partido cuando lo emplazó públicamente?, ¿lo consideró demasiado independiente?, ¿le contaron alguna historia truculenta para indisponerlo con él?

Casi ya no importa descubrir la causa. El hecho es que de ocho congresistas del anterior período calificados para acceder a los beneficios de la Ley 20530, a siete de ellos se les ha reconocido el derecho y sólo uno ha sido excluido y peloteado durante más de dos años.

Los derechos pensionarios son, sin embargo, inviolables e impostergables, porque afectan la vida de las personas y en especial de los mayores. Por tanto no pueden estar expuestos a los caprichos, simpatías o antipatías, de los gobiernos y los funcionarios públicos.

Son y punto. Por eso el Colegio de Abogados ha dado la razón a Juan Mariátegui, en tanto ya fue clasificado en el 2006, como pensionista y le aplicaron los descuentos durante cinco años. Más aún, era pensionista antes de entrar al Congreso.

Entonces, ¿cómo puede ser posible que existan dudas sobre su derecho y se pidan informes de abogados que han buscado enredar las cosas y pronunciamientos de la ONP, para abrir una vía para mantener en suspenso indefinidamente la pensión del profesor Mariátegui?

El tema ha sido abordado muchas veces por la prensa y diversas instituciones, y el gobierno hace como que no tuviera tiempo para verlo. Así es la arbitrariedad. Lamentablemente.    

23.09.13

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