martes, agosto 13, 2013

Después de Llochegua

Ayer, en la medida que se iba aumentando el tono de la noticia del día: la caída de importantes mandos senderistas en la zona de Llochegua, en el VRAEM, y el presidente trataba de sacar lustre a la victoria militar-policial, algunas personas que llamaban a las radios decían que no lo creerían hasta que se muestren los cadáveres y las pruebas de ADN.

Se trata sólo de un síntoma de la enorme desconfianza ciudadana que existe hoy en el país. Por supuesto que no tendría sentido que el gobierno se meta a mentir en un asunto tan delicado como la muerte de dirigentes subversivos. Pero seguramente para muchos está todavía presente el recuerdo de lo que pasó el año anterior durante la llamada “operación libertad” en Kepashiato, o en las desafortunada intervención de las fuerzas represivas en Ranrapata.

La encuesta que se difundió ayer era muy grafica en el mismo tema de si creerle al presidente, a la primera dama y los principales dirigentes de clase política. Hemos llegado a un nivel de credibilidad bajo cero y a pesar que las muertes de Alipio y Gabriel puedan ser explotadas a favor de la alicaída popularidad gubernamental, lo cierto es que la tendencia a no creer va a seguir presente.

Después de todo, el llamado  terrorismo ha perdido atención en la agenda nacional y en todo caso se le ve como un tema lejano y focalizado. Pacificar el VRAEM va a costar además bastante tiempo, aunque después del reciente golpe da la impresión que los Quispe Palomino entraron en una curva de descenso aparentemente irreversible.

Los perdió la soberbia, no hay duda. Esa misma que estaba retratada en el rostro de Gabriel cuando se hacía filmar burlándose de los militares que lo perseguían y alardeando de los heridos que había rematado. Dicen que en los últimos meses los senderistas se movían de un pueblo a otro, con rostro descubierto y que descansaban en casas de agricultores.

Era cuestión de tiempo que fueran detectados y cercados. También se asegura que José, el mando principal, estaba cerca de Alipio y su hermano y que las fuerzas combinadas van en su búsqueda. En todo caso, lo que es evidente es que la organización subversiva que aún quedaba más o menos entera en la selva ha entrado en franca defensiva.

Ollanta Humala estaba necesitado de victorias después de todos los tropezones del presente año y es por eso que está levantando a los muertos hasta el nivel de la captura de Guzmán, como antes también quisieron hacerlo con Artemio, lo cual es francamente una tontería.  Pero su peor error fuera que llegara a creer que si no sirve para hacer reformas o desarrollar planes productivos y sociales, se le meta que puede ser útil como militarista.

Que acabe la guerra, bien. Pero que nos quieran hacer marchar como soldados, eso no.
   
13.08.13

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