martes, julio 23, 2013

Las encuestas castigan a Ollanta y a Nadine

Ollanta Humala ha descendido su aprobación en ocho puntos de junio a julio, según IPSOS Perú. Y ha confirmado el derrumbe de 21 puntos de febrero a julio (de 54 a 33%) que se parece mucho a lo señalado por otras encuestas. Pero más notable aún es el bajón de Nadine Heredia que pasa de una aprobación de 50% en junio a 38% (doce puntos de caída), que significa 22 puntos menos de marzo a la fecha (de 60 a 38%).

Es la primera vez que el descenso de la primera dama va a mayor velocidad que el del primer gobernante. Y eso ocurre precisamente cuando se trataba de medir el impacto del anuncio que dejaba de lado la llamada “reelección conyugal”. En síntesis se podría decir que si en los últimos meses la ambigüedad supuso un costo que Nadine fue pagando de a pocos, el retroceso final no ha hecho sino precipitarla a niveles que nunca hubiera imaginado.

En esta columna venimos insistiendo que este es el drama actual del gobierno: que genera resistencias por lo que intenta hacer y aumenta el rechazo cuando no puede sostener ninguna orientación. No es que la gente no quiera rectificaciones, sino que no quiere ser tomada como tonta. Es lo que pasa cuando se dice que la candidatura nunca existió o la inventó la oposición, que es lo mismo que lleva a reaccionar cuando el presidente pretende que lo de la repartija fue un asunto meramente parlamentario.

De acuerdo con IPSOS, el 69% de los encuestados responde que lo peor de este gobierno es que no cumple con sus promesas y es mentiroso. Esta opinión no existía en más de veinte meses de gestión presidencial de Humala, pero ahora parece que ya es una visión asentada. Basta observar lo que se responde sobre la decisión de Nadine de no postular el 2016. Un 61% considera que la primera dama no está diciendo la verdad, a pesar del énfasis puesto en anunciarlo, y sólo un 25% opina que está siendo sincera.

Es obvio que la credibilidad está en el centro de la crisis de popularidad del gobierno, lo que choca duramente con el casi olvidado eslogan de la campaña que decía que la honestidad iba a hacer la diferencia entre Humala y sus predecesores. En este momento lo que hace la diferencia es en realidad la manera acelerada como un gobierno de alta popularidad se convierte en uno cada vez más impopular.

Fujimori tuvo diez años de cifras altas y llegó a su final con un país dividido; Toledo anduvo siempre por el sótano de las encuestas y lo que sorprendió fue que acabó con poco más de 30%; García se mantuvo siempre entre 20 y 30%; pero Ollanta está en un plano inclinado sin ninguna señal de que podría variar las tendencias. Y eso lo está viendo todo el mundo. 

23.07.13

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