Cuando en marzo de 2011, el candidato Ollanta Humala empezó
de pronto a crecer en las encuestas y de estar bajo el 10% y en el cuarto lugar
entre los favoritos, saltó por encima del 20% y se colocó en camino al primer
lugar en unos cuantos días, un analista serio de la derecha peruana dijo en
tono casi filosófico: lo subestimamos.
Pero lo habían subestimado cinco años antes y volvieron a
hacerlo. Y varios de ellos subestimaron a Villarán unos meses antes y se
sorprendieron del resultado en Lima. Y ahora que nos encontramos con que la
misma encuestadora que anunció el cambio de tendencia en el 2011, es la que nos está diciendo que la cosa entre
el Sí y el No, era distinta a cómo se había venido diciendo, es casi seguro que
va salir alguien a decir que aquí también hubo sobrestimación y subestimación.
Durante muchos meses, los promotores de la revocatoria han
dicho que ellos hablan en nombre de una mayoría popular inconmovible que no
quiere a Susana, y si usan expresiones como incapaz, vaga, pituca, no hace
nada, fracasa en todo, etc., es porque “así piensa el pueblo”, que más o menos
quiere decir que las encuestas los autorizan a insultar y que no necesitan
añadir nada más para que se sepa lo que quieren.
Y en el plano político, el APRA, Castañeda y el fujimorismo
niegan tener una alianza para repartirse los espacios políticos, y aseguran que
lo único que hacen es ponerse del lado de los sectores que según las encuestas
quieren que se vaya la alcaldesa no importa lo que venga después. El supuesto, por cierto, es el mismo: que la
decisión ya está tomada y que el Sí se lleva de encuentro al No. Pero esa ha la
idea fatal repetida en casi todas las elecciones, por los que finalmente
perdieron.
El problema no es sólo creerse ganadores antes de tiempo,
sino encontrarse de pronto con un escenario modificado y no tener nada que
decir. Es lo que le pasa a Velásquez Quesquén en una entrevista para El
Comercio en la que sale a reclamar que el tema de la revocatoria es el de la
gestión municipal, como si el APRA hubiese hecho algún aporte para saber cómo
mejorarla o si eso hubiese estado en la discusión de los últimos meses.
Para el chiclayano y su compadre Mulder, lo de la gestión
era que la mayoría estaba contra Villarán y el APRA se subía a esa ola. Pero
más cerca de la elección cuando maduran las opciones de la gente, se empieza a
ver que no había un juicio definitivo y que recién empieza la batalla política
que resolverá la contienda. Por supuesto que son los que inventaron la
revocatoria los que tienen que poner los argumentos que reemplacen los
epítetos. Y el punto es que no los tienen. Nunca los tuvieron. Y ahora parece
un poco tarde.
11.02.13
www.rwiener.blogspot.com
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