martes, octubre 11, 2011

La primera crisis y como la viví

El 14 de septiembre de 2008, llegué a la ciudad suiza de Ginebra, invitado a participar a partir del día siguiente, de una reunión de un grupo internacional de trabajo sobre derechos humanos y ajuste económico, que se había citado en el edificio del Alto Comisionado de la Naciones Unidas con sede en esa bella ciudad.

Efectivamente el día siguiente se instaló el debate que debía opinar sobre el proceso de incorporación de los derechos humanos en los programas de ajuste económico a que fueron sometidos muchos países del mundo afectado por un alto endeudamiento durante las décadas de los 80 y 90, y en el crecimiento económico posterior.

Diez años antes, las Naciones Unidas habían constatado el divorcio entre las medidas de ajuste y reforma neoliberal, orientadas a restablecer el flujo de la deuda y mover la inversión, y recomendado una vigilancia estrecha sobre el cumplimiento del conjunto de derechos humanos: políticos, económicos y sociales.

Pero el 15 de septiembre del 2008 fue remecido muy temprano por una desconcertante noticia. En los corredores del local del Alto Comisionado todo el mundo conversaba la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers, el cuarto en el mundo, con activos de 700 mil millones de dólares, que se había desplomado como lo hicieron las torres gemelas, en unos cuantos minutos.

¿Y ahora? Esa era la pregunta en Ginebra y todo el mundo. Todo indicaba que el sistema se paralizaría, caerían otras entidades financieras, las deudas se harían impagables y el crédito desaparecería, muchas industrias cerrarían sus puertas y se perderían millones de empleo. El crecimiento económico del que habíamos venido a hablar para hacerlo más humano, se estaba acabando ese mismo día.

Así que en los tres días siguientes de la reunión a la que asistía se desarrolló un fenómeno casi surrealista. Los trabajos oficiales sobre declaraciones y un nuevo manifiesto para un ajuste y un crecimiento económico más solidario y respetuoso de los derechos individuales y colectivos, siguió adelante en forma de un taller de trabajo, pero en los corredores se comentaban las noticias y se intercambiaba información de último momento sobre la crisis que había comenzado en el mundo.

Poco a poco nos dimos cuenta que la idea de exigir un lugar para los derechos económicos en el nuevo modelo iba a tener que esperar para otro omento. Lo que se empezaba a saber era que los gobiernos de los países más poderosos estaban poniendo sus ojos en las entidades financieras en crisis y considerando el más increíble rescate de la banca de toda la historia.

Alguien dijo que los derechos de los banqueros nunca se expresan en una declaración que hay que verificar diez años después si es que se cumple y en qué porcentaje, pero son la más importante ley no escrita del sistema que se resume en la frase de que hay bancos que no pueden quebrar. O sea en esta época todos podemos irnos a la ruina menos un puñado de tipos que han acumulado tal poder económico que una eventual caída de algunos de ellos equivaldría a algo más que un terremoto.

Nunca he sabido para qué sirvieron los documentos de la reunión de Ginebra de septiembre de 2008. Por lo menos nunca los he oído mencionar. Pero nunca olvidaré que yo estaba en uno de los corazones del sistema global actual cuando el señor Bush dejó caer a Lehman Brothers y casi de inmediato ordenó a su secretario del Tesoro (ligado a otro de los grandes bancos de inversión) usar todos los recursos públicos necesarios para salvar a las entidades que se mantenían de pie, entre ellas la suya propia.

No hace mucho hemos vivido el tercer aniversario del 15 de septiembre y lo hemos hecho en pleno comienzo de una nueva crisis o una segunda etapa de la misma crisis, como precisan los especialistas. Obviamente el inmenso esfuerzo de los Estados para volver a poner de pie la banca en crisis ha potenciado al infinito el endeudamiento de los países ricos, todos los cuales tienen comprometido un gran porcentaje de su PBI.

Los países menos endeudados de Europa (Alemania, Francia) están cargados de obligaciones financieras sobre el 80% de su PBI, otros sobrepasan el 100%, Estados Unidos se acerca al 140% y así por el estilo. Y todo está de nuevo tambaleando porque nadie puede anticipar si ocurrirá una quiebra parecida a la del Lehman que pueda desatar una reacción en cadena parecida a la anterior, pero frente a Estados que ya no pueden aspirar a rescatar a nadie si ellos mismos necesitan ser recatados.

Puedo decir de primera mano que fui parte de un esfuerzo por la inclusión global, bajo la forma de una vigilancia de los derechos humanos en programas de ajuste, inversión y crecimiento, y fui también testigo de cómo el huracán de la crisis hizo fracasar este intento. Pregunten a los griegos y a los indignados de todo el norte desarrollado lo que está quedando de derechos en medio del ajuste mayor que estamos viviendo.

En el Perú no debemos aceptar que nos digan que eso que está pasando a miles de kilómetros no tiene importancia para nosotros porque estamos blindados de dólares en reservas que en cualquier m omento pueden pasar a valer la mitad o menos de lo que hoy valen, o que nos hagan creer que van a seguir habiendo grandes inversiones si no cobramos los impuestos que le corresponden a los capitalistas.

No podemos creer que podemos crecer con el creci9miento del mundo y que no vamos a decrecer con su crisis. Ni que Dios fuera realmente peruano.

08.10.11
www.rwiener.blogspot.com

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