lunes, febrero 07, 2011

Cecilia Blume y el aeropuerto Jorge Chávez

Hay un dicho en las novelas brasileñas que me viene a la mente cuando leo el artículo que Cecilia Blume acaba de firmar para referirse a los diez años de la concesión del aeropuerto:

- Es demasiada mentira para quedarse callado…

Mi amigo Herbert Mujica, con quién hemos compartido investigaciones y debates sobre el tema de la privatización de nuestro principal aeropuerto y como consecuencia de ello, juicios y persecuciones, de parte de los administradores, acaba de hacerle recordar a Blume que no hubo los famosos postores de “primerísimo nivel” que sostiene, sino uno sólo que no tenía la documentación necesaria para postular (ni siquiera tenía los poderes inscritos), pero igual hubo una concertación oficial para no ver y asignarle la concesión.

Pero tampoco es verdad que el aeropuerto de Fráncfort que lideraba el consorcio ganador, ejerciese alguna vez como operador principal del Jorge Chávez, ya que abandonó a sus socios antes de constituirse la nueva administración, dejando en su reemplazo a una representación abogadil, que nada ha tenido que ver ni con las obras ni con la transferencia tecnológica.

Otra consorciada, la peruana COSAPI, de la que PPK era director y encargado para el tema del aeropuerto, se retiró también en los primeros días, transfiriendo sus acciones a los otros socios, recibiendo a cambio una gran paquete de obras que lo ayudó a superar su situación de insolvencia. Finalmente el socio norteamericano, la constructora Bechtel, se transformó en una de sus subsidiarias, Alterra, a la que han especializado en aeropuertos privatizados (Bagdad, Costa Rica, Lima), que luego también se fue.

Actualmente la propiedad de LAP es un misterio y una estafa adicional al país, porque los ganadores de la licitación que postularon en nombre de sus currículos técnicos y experiencia se desengancharon y dejaron a otros que no habían calificado para la tarea. Pero para Blume, todo siempre fue cuesta arriba. No le inquieta un gramo que el aeropuerto empezara a privatizarse con Fujimori, después que el propio presidente había denunciado en el CADE del 98 que revisaría las privatizaciones anteriores por que los operadores le habían mentido sobre las tarifas.

Pero el jefe de la Blume, el multiministro Pandolfi siguió adelante con la entrega del Jorge Chávez, falseando la urgencia de construir la pista alternativa y sobre la falta de dinero en Córpac para construirla. Al final convencieron al “chino” de que esta era una privatización que no le crearía antipatías entre la gente, porque sólo los que tienen plata circulan por el aeropuerto. Así fue que se llegó al famoso canon de 46.5% que como dice la misma Blume, no era lo que iba a pagar la concesionaria, sino los usuarios, a los que les cargaron supertarifas para todos los servicios aeroportuarios y complementarios.

Bastó ponerle 46.5% al TUUA, al derechos de aterrizaje y despegue, al uso de mangas, a los alquileres de espacios, al servicio de taxis, a la playa de estacionamiento, para que el ministro Silva Ruete y sus sucesores aplaudieran los grandes ingresos que otorgaba LAP al Estado, que eran los que pagaban los viajeros y las empresas que actúan en sus instalaciones, y que para remate no se usaron para fortalecer la actividad aerocomercial, equipar con radares, construir terminales nuevos, sino que en un 50% se entregaron como “aporte” a las empresas que ganaron las concesiones de aeropuertos de provincias.

Un asalto brutal que la señora o señorita Blume, quiere celebrar porque piensa que las obras realizadas y que hacen ver un aeropuerto más bonito, no podíamos haberlas hecho los propios peruanos, CORPAC, por ejemplo, con el mismo o menos dinero de los ingresos del aeropuerto. Lo que, por supuesto, no termina de explicar la gordita privatizadora, es porqué el motivo esencial de la privatización: la nueva pista, que tiene que ver con seguridad (la actual está debilitada y con informes técnicos alarmantes), y con capacidad operativa (mayor número de salidas y llegadas, y utilización de aviones de gran envergadura), no ha avanzado un solo paso.

Y eso de que cuatro gobiernos han hecho realidad ese portento de nuevo aeropuerto, casi como que suena como una confirmación sobre las continuidades esenciales entre lo que algunos llaman la dictadura corrupta de Fujimori, la transición de Paniagua y los gobiernos dizque democráticos de Toledo y García. Todos ellos han mantenido los sucios contratos de los 90, y en el caso singular del aeropuerto han completado la faena de Fujimori-Pandolfi, ya que fue un ministro de Paniagua el que firmó los documentos que el de Fujimori dejó sin rubricar, lo que legalmente debería hacer volar todo el proceso. Y ni Paniagua, ni Toledo, ni García han querido estudiar las denuncias que reiteradamente se hicieron sobre este caso y siguieron celebrando el aeropuerto bonito y de “talla internacional”, con el mismo complejo de inferioridad con el que tratan a los gobiernos del norte y a los ejecutivos de las trasnacionales.

Sólo que en el caso de LAP no saben ni siquiera con quién tratan. Porque el mundo de la propiedad y la administración de esta empresa es tan oscuro, como la historia de los alijos de droga que pasan por sus narices mientras los jefes de seguridad que son investigados por los jueces son rotados de puesto para ocultarlos y a los periodistas que nos interesamos en estos asuntos nos caen cada vez más juicios.

Siempre dijimos que el caso LAP pudo ser el que la transición 2000-2001, sometiera a una revisión esclarecedora porque todavía no estaba consumado, lo que hubiera podido mostrar como se hacían las cosas en el fujimorismo. Pero por recomendación de Silva Ruete se llegó a hasta el final de la concesión contra viento y mareas. ¿Hay que enorgullecerse de esto o hay que subrayar que nunca se quiso realmente corregir ese monstruoso robo que fueron las privatizaciones? Como que tampoco se quiso limpiar al Estado de funcionarios de la peor época de la corrupción, como las chicas Pandolfi, entre otras.

07.02.11



Mentiras de Blume

Herbert Mujica

¿De qué postores habla Cecilia Blume si solamente hubo una empresa, Lima Airport Partners, LAP, con un ridículo capital social de US$ 3 mil o S/ 10 mil soles, como concesionaria ganadora de una licitación que ofreció 46.51% al Estado? Inexacta la versión adrede de la asesora multifuncional de varios gobiernos.

Como si el aeropuerto fuera tan solo imagen, espejitos que mostraban a los habitantes vernáculos cuando los ibéricos llegaron a tierras indoamericanas, Blume afirma que el Jorge Chávez es “seguro, limpio, ordenado, con buenas instalaciones para pasajeros y carga”. Olvidó decir que es una coladera para el narcotráfico que saca enormes alijos de droga todos los años y sólo caen los peces chicos. ¿Siguen en prisión los que fueran empleados de LAP y a los que se vinculó íntimamente con una empresa de servicios y drogas?

¿No fue la addenda 4, en mayo del 2003, la que permitió que LAP se endeudara con bancos norteamericanos y alemanes por el orden de US$ 125 millones de dólares que al final debieron admitir como hecho real y poniendo de garante el Estado peruano? No sólo eso. Esa addenda “normal” fue la que previó que si la modernidad así lo imponía, LAP podía declinar la construcción de la II pista. ¿A los tres años ya necesitaban modificar el contrato de concesión que se regaló en carrera de un solo caballo?

Se ha referido a las mangas la señora Blume. ¿Qué, no sabe que éstas fueron sobrevaluadas por LAP y así se lo observó Ositran, años atrás, cuando de US$ 676,804 c/u pasaron a costar US$ 990,021?

¿Así que Perú comprendió que el Jorge Chávez es de responsabilidad del Estado y del operador-concesionario, LAP, y pagó un seguro con una partida que hizo aprobar al gobierno de entonces, Pedro Pablo Kuczynski? ¿Y para qué entonces la concesión a una entidad que apenas tenía US$ 3 mil o S/ 10 mil de capital social?

El texto de Cecilia Blume es una apología pro domo sua hacia la concesionaria Lima Airport Partners, LAP, empresa que persigue a los periodistas que cuestionan, sin respuesta de su parte, el contrato del Jorge Chávez. ¿Dónde está la inversión aquella de que hablaba el lenguaraz ex ministro de Economía, Javier Silva Ruete de US$ 1,400 millones de dólares que llegaba con este negocio?

¿Qué ha invertido LAP que no sea el mismo dinero que entra por concepto de TUUA, interno y externo, al Jorge Chávez diariamente? Corpac podía haberlo hecho igual, era un asunto de dirección y gerencia.

No habla Blume de cómo de LAP se desprendieron Cosapi y Bechtel y llegó Alterra que ya se fue también luego de múltiples problemas, los mismos que produjo en Costa Rica, y hoy aparentemente Fraport y el Banco Mundial tienen cuota sensible en el varias veces reformado contrato original de concesión del primer terminal aéreo. Cierto ¡cómo iba a revelar entretelones que dejan entrever que el Estado peruano no tendría a quién reclamar en sólido si se produjese una ruptura del contrato!

Hace alusión Blume a las tiendas, pero no detalla cómo las firmas peruanas fueron metódicamente expulsadas para promover los monopolios de Britt y Aldeasa, costarricense e ibérica, respectivamente, la primera de las cuales importa “artesanía peruana” hecha en China a precios al suelo.

Llama ejemplo Blume a lo que fue una entrega con dedicatoria porque en el contrato de concesión del Jorge Chávez no hubo más que postor único: Lima Airport Partners y se atreve a enunciarlo como paradigma de la unión pública y privada. ¡Qué descaro para confesar la moral con que se expiden quienes tienen la sartén por el mango y empleados o ex asesores a sueldo para decir cualquier cosa!

Y si quiere enterarse que no todos los peruanos son mamarrachos serviles a los que se compran sus escritos, vea ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas! http://www.voltairenet.org/article148321.html

¡Hay descaros en la vida, yo no sé!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!



La concesión del Jorge Chávez


Cecilia Blume

LIMA La concesión del aeropuerto Jorge Chávez cumplió 10 años con muchos galardones, para orgullo general. Hoy, en elecciones, algunos (pocos) plantean que el Estado opere servicios públicos.

El Jorge Chávez fue concesionado buscando la retribución más alta. Hubo postores de primerísimo nivel y la empresa ganadora, liderada por el aeropuerto de Fráncfort (Alemania), ofreció 46.51% de retribución al país: casi la mitad de lo que ingresa al concesionario va al Estado. Hoy no usamos este sistema más, pues se traduce en tarifas a pesar de que con este megaoperador se logró cerrar el financiamiento y transferencia de tecnología de primer nivel.

Aunque el contrato se ha "adendado" varias veces, los peruanos tenemos un aeropuerto seguro, limpio, ordenado, con buenas instalaciones para naves, pasajeros y carga.

El jefe de ProInversión era Alberto Pascó Font, el concurso lo lideró Antonio Jochamowitz, y Augusto Bedoya fue el ministro de Transportes. Todos impulsaron este concurso cuando nadie sabía que el gobierno de Fujimori estaba terminando. El contrato fue suscrito por Paniagua, quien lo respetó en todo; lo inauguró Toledo y opera bajo García. Se ofreció poner a punto nuestro aeropuerto y se hizo. Mucho de lo dañado no se veía: el sistema eléctrico, aire, cómputo, comunicaciones, seguridad en pista y en el aeropuerto, sistema de transportes dentro y fuera, estacionamiento, mantenimiento de pista de aterrizaje, manipuleo de carga, tanques de combustibles y muchos que hubo que reparar y hasta sustituir. Las nuevas instalaciones hoy las tomamos como rutinarias: escáners, mangas, buses a los aviones, salones VIP, restaurantes, baños, tiendas, seguridad para la carga, fajas para las maletas, carritos porta equipajes y otros.

Parte importante y difícil fue el orden y romper la resistencia pasiva al cambio. Quien quería, entraba a despedir a sus familiares. Hoy hay zonas sólo para pasajeros.

A pesar de sus adendas, lógicas en un contrato largo y novedoso, el aeropuerto sirve a millones de peruanos y extranjeros, siendo un verdadero hub. Ha habido problemas, como cuando por el 11 de setiembre se quedó sin seguro, lo que el Estado resolvió para todos los aeropuertos con un seguro estatal, pues comprendió que los aeropuertos son responsabilidad del operador y del Estado. Hubo que hacer mucho para llegar a lo que tenemos, pero es un buen ejemplo de la unión pública y privada, siempre poderosa. Que el Jorge Chávez sea un ejemplo de que podemos hacer cosas bien hechas, cuando queremos.

07.02.11

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