martes, junio 22, 2010

La democracia boba

La ley propuesta por el ex miembro del Tribunal Constitucional y actual ministro de Justicia, Víctor García Toma, para que los partidos puedan ser impedidos de inscribirse cuando en su programa expresen contenidos que se pueden interpretar como contrarios al sistema democrático, recuerda las normas que durante muchos años impidieron la existencia legal del APRA imputándole una condición subversiva y una filiación internacional.

De igual modo, la idea de mantener una policía “preventiva” dentro de las universidades que se asegure que nadie marche con una bandera roja o pronuncie la palabra amnistía, también evoca las leyes de seguridad interior de Odría y otras normas por el estilo nacidas de regímenes que lo que menos podían lucir era una credencial de democracia.

Es interesante comprobar que los portavoces de la democracia no boba, resultan usualmente alentando medidas no democráticas. Tal vez la más emblemática de todas, el golpe de Fujimori, que aún hoy hay personas que consideran que fue “necesario” para salvar al sistema, lo que quiere decir que el sistema se salva anulando la democracia, que teóricamente es su esencia.

Pero, aclaremos de una vez, ¿qué es lo bobo en todo esto? ¿No hubiera existido Sendero, si le hubiesen aplicado el mecanismo de “no inscripción”, que propone García Toma? ¿Justamente a ellos que renegaban abiertamente de las elecciones y de la democracia burguesa, y que nunca quisieron lograr una existencia legal? No hagan reír. Lo más probable es que hubiera caído sobre la cabeza de Hugo Blanco hablando por la televisión que propondría disolver el Ejército o a Horacio Zevallos de Patria Roja y su fusil de palo exhibido en la Plaza San Martín, aunque ninguno de ellos amenazara realmente al sistema.

Tampoco habría cambiado la historia si se ponían casetas policiales en San Marcos, La Cantuta u otra universidades para vigilar lo que discuten o arengan los estudiantes, porque si alguien quiere irse a la guerra no lo hace proclamándolo a los cuatro vientos y haciendo marchar a futuros combatientes para que sean fotografiados, sino que trabaja clandestinamente como fue a finales de los 70.

¿Cuál debe ser por lo demás la fortaleza de la democracia?, ¿la policía?, ¿el ejército controlando los accesos a la universidades (lo que facilitó la entrada del grupo Colina en La Cantuta en 1992)? ¿No es una victoria del sistema que los que antes cortaban dedos a los que iban a votar, reclamen ahora el derecho a participar?

Y sobre el debate con los terroristas que por su sola mención ha sacado enormes ronchas, sólo cabe una simple pregunta ¿no era que también había que derrotar política e ideológicamente a los senderistas?, ¿cómo se hace eso?, ¿con políticos alrededor de la mesa o con alguna división especializada de la policía?

Los fujimoristas que son campeones de la hipocresía afirman que sentarse con Crespo o Fajardo es darle carta de ciudadanía a Sendero. Ah, si, ¿no?, ¿y qué hacía el gobierno de los 90 conversando amigablemente con Guzmán e Iparraguirre detrás del “acuerdo de paz”, facilitando la reunión del Comité Central en la cárcel y trasmitiendo por televisión sus conclusiones?, ¿no le dieron “ciudadanía” a cambio de una declaración que se interpretó como una rendición?, ¿no es eso lo que ocurre en todas las guerras?

Ahora si vamos a hablar de cosas bobas, díganme como le llamarían a una democracia que eligió por segunda vez a Alan García y que tiene primera en la encuestas a Keiko Fujimori.

23.06.10
www.rwiener.blogspot.com

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