lunes, mayo 03, 2010

Reuniones con inversionistas

Un día, contestando a la pregunta de por qué se había reunido dos veces con Canaán y había atendido tan solícitamente a la delegación de Discover Petroleum que le trajo el dominicano, Alan García respondió, suelto de carnes como suele hacerlo, que él se había reunido con más de 3 mil empresarios para promover la inversión y que seguiría haciéndolo, así que cuál era el problema. Por su parte, Del Castillo insiste, cada vez que puede, que como primer ministro hizo gestiones a favor de una infinidad de empresarios y que vayan a buscar a cada uno de ellos para saber si alguna vez les hizo una propuesta deshonesta, mala suerte nomás que las conversaciones que le grabaron a Don Bieto se referían a una gestión específica en la que el beneficiado era además el mismo con el que el “tío George” estaba permutando departamentos con aparente ventaja para sus intereses.

Rafael Rey también ha dicho que cuando Rómulo León le mandaba mails para que intercediera en el asunto de los aranceles para cuerdas de pescar, él lo atendía como a cualquier otra persona, pero que si hizo la gestión solicitada no fue por sus pedidos, ya que veía mal al tipo por sus antecedentes, sino porque antes se lo requirió el señor Rizo Patrón de Retex (el mismo de Cementos Lima) y porque este tipo de intervenciones a favor de empresarios era “completamente usual… por mail, por teléfono, por comunicación escrita o personal, reuniones personales…”. O sea con Rómulo no, pero directamente por el empresario interesado sí.

Lo mejor de todo es que a nadie sorprende demasiado este tipo de respuestas. La idea que la justifica y se repite a cada paso es que el deber del gobernante es atraer la inversión, que se lee como intimar con los inversionistas para cautivarlos, abrirles vías a través de la administración pública, corregir las normas que los potenciales inversionistas consideran que dificultarían sus proyectos, discutir las bases de los concursos, etc. La ola de inversiones 2006-2008, se debería en gran medida a esta intervención presidencial-ministerial. Y como la inversión es automáticamente empleo y crecimiento, todo se justifica en nombre de ella. Ahora, cuando termina por descubrirse cómo era concretamente el trato, qué se conversaba, qué se pedía, qué se les ofrecía a los funcionarios implicados, que es para lo que han servido los petroaudios, cualquiera se da cuenta de los peligros del juego.

El extraño liberalismo de Alan García, aplaudido por Vargas Llosa, Ricardo Lago, Aldo M. y muchos otros, cree mucho menos en el mercado que en una reunión, una llamada por teléfono o una serie de mails, como destaca Rafael Rey, normalmente poco apto para mentir o disfrazar la realidad. Y si la asignación de ganadores es casi directa, convirtiendo los concursos, licitaciones y otras modalidades supuestamente reguladas, en una ficción para legalizar todo lo que está pactado, qué de extraño puede haber que un empresario agradecido haga una lista de regalos de navidad para los miembros del gobierno y otro entregue una casa más grande y mejor ubicada por otra más pequeña, si al final puede comprar cualquier otra con el dinero que le están dando su inversiones pactadas con el gobierno, o que algún otro engorde su cuenta bancaria en algún paraíso fiscal. Ni siquiera necesitan que el presidente o el ministro le hagan una propuesta deshonesta. Porque lo honesto y lo deshonesto ya han borrado sus límites.

02.05.10
http://www.rwiener.blogspot/

No hay comentarios.: