viernes, octubre 17, 2008

Diálogos, treguas y falta de soluciones

Los tres mandatos de García para el premierato de Yehude Simon son: (a) hacer frente a la amenaza que la terrible crisis internacional representa para la economía peruana; (b) enfrentar la amenaza de la corrupción; (c) seguir reduciendo la pobreza. Tremendos encargos para hacerle frente con un gabinete que en un 60% son los mismos que vienen de aplicar una contradictoria política de parálisis y “optimismo” ante la crisis global para que sigan la apertura y las ventajas para los inversionistas (García-Araoz), mientras el ministro de economía va recortando los fondos a todos los sectores, para hacer caja para la tormenta; los que hicieron la vista gorda hacia los lobbys empresariales que han ido aceitando la corrupción y extendiéndose como metástasis sobre el Estado; y los que han convertido el tema de la lucha pobreza en una manipulación estadística.

El continuismo ministerial es un obstáculo de primer orden para abrir una perspectiva de cambio, sobre todo cuando en vez de un equipo de gobierno, lo que tenemos son proyectos encontrados que coexisten sobre la misma mesa (Simon y su candidatura para el 2011; el APRA y su afán por recuperar posiciones; los tecnócratas neoliberales y sus aliados de derecha, por no ceder el manejo económico de tantos años), arbitrados por Alan García. Esto augura muchas tensiones, que empezaremos a apreciar más claramente cuando presidente y primer ministro expresen discursos diferentes sobre los mismos temas.

Pero queda un asunto por aclarar: ¿cuáles son los instrumentos políticos de los que puede valerse Simon para intentar avanzar en los desafiantes encargos planteados?, ¿recursos?, ¿organización?, ¿fuerza parlamentaria? Nada de eso. Porque la plata la tiene Valdivieso y no la va a entregar. La organización la tiene el APRA y va a mantenerse en balcón hasta que pueda pasar a la contraofensiva. Y el parlamento, ya sabemos, está más disgregado que nunca y sólo funciona por reacción a los acontecimientos.

Es por eso que la única fórmula que se le ocurre a Simon es la tregua y el diálogo. Nos paramos todos y nos ponemos a conversar sobre soluciones que el primer ministro no tiene. Mientras Del Castillo esperaba los problemas, los atizaba con declaraciones tremebundas y luego jugaba a bombero; Simon invoca su sentido social y regional, y, sobretodo, su voluntad conversadora, para pedirle a los movimientos sociales que lo asuman como si se tratara del comienzo de un nuevo gobierno, y le eviten las luchas y la negociación sobre caliente.

¿Es viable este proyecto? Los que dicen que Simon tiene un corto futuro como premier piensan que ya Toledo desgastó el diálogo por el diálogo, y García sembró la incredulidad frente a las mesas de conflicto. El punto es qué va a hacer Simon si sus dotes de persuasión no convencen y se reaviva la hoguera.

19.10.08
http://www.rwiener.blogspot.com/

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