sábado, septiembre 13, 2008

Firmeza, confianza y un poco menos de politiquería

Alan García está pidiéndole sangre, sudor y lágrimas a la población peruana, en el mismo momento en que se publican estadísticas que señalan que las utilidades mineras en el primer semestre, han superado las de todo el año 2007, que ya eran formidables, y cuando se contabiliza que las ganancias de las empresas multinacionales ascienden a más o menos un 10% del PBI. En este mismo período además han aumentado la venta de automóviles de lujo, yates, joyas y otros, cuyos aranceles han sido bajados por el gobierno para hacer más fácil la compra. Sin embargo, el presidente dice que su problema es con los salarios. Que la inflación la crean salarios de 500 soles que suben a 520, y que no cederá a la desesperación populista.

La escalada en el precio de los alimentos, los pasajes y otras cosas que componen la canasta básica de la población de más bajos ingresos “crea malestar, resentimiento y protesta en la población”, anota García, y añade “que siempre reclamará al gobierno algo por hacer”. De dónde se deduce la conclusión decisiva que es que frente al descontento justamente no hay que hacer nada: ni controlar precios básicos, ni subsidiar alimentos, ni incrementar el gasto público y social, ni mejorar los salarios, que incluye maestros, médicos, policías, militares, administrativos, que revientan en huelgas.

“Las crisis no se enfrentan con respuestas irracionales o desesperadas…”, dice García, poniéndonos como siempre el ejemplo de su primer gobierno y la crisis en que sumió al país. Y haciendo creer que los buenos gobiernos son siempre impopulares, que es el consuelo de todos los gobiernos que andan peleados con sus pueblos. Obviamente lo que espera el país no es nada fuera de lo racional o alocado (dicho sea de paso, lo propiamente alocado del primer gobierno aprista fueron la orden para debelar el motín de los penales a cualquier costo, de lo que García jamás se ha autocriticado; y la decisión de estatizar la banca sin haber previsto alianzas para sostener la medida), sino que haya algo de gobierno.

Que García no se atreva con las grandes empresas y los grupos privilegiados, no es nada que tenga que ver con la firmeza. Y pregúntense ustedes sobre quién va a confiar en un presidente que se declara optimista a prueba de balas y exalta las cifras de crecimiento, pero entrega las llaves de la economía a un tipo que razona como si estuviera a finales de los 80, cobrándole los últimos pendientes de AGP con el FMI. Y que García pretenda dar clases de no politiquería, ya es como demasiado. Miren nomás el caso de los médicos y Garrido Lecca, o el enredo de la mesa del Congreso con los peores tránsfugas.

Una nota al margen: ciertamente el Perú puede decir que su inflación es menor a otros países, pero es una inflación en un país en el que los ingresos de la gente son la mitad o menos que en sus vecinos. Por eso afecta tanto un pollo de 7 soles, o una ruta de combi de un sol veinte. Por eso la gente reclama que no les alcanza. Y el gobierno le contesta te voy a defender, voy a congelar tu salario y no voy a controlar el precio. Menos politiquería, por favor.

14.09.08
www.rwiener.blogspot.com

1 comentario:

Juan A. Cavero G. dijo...

El lacayo García omitió decir que su gobierno, al igual que el anterior, no aplica ni aplicará impuestos a las sobre-ganancias de las transnacionales mineras. Se da, una vez más, la historia recurrente de las oportunidades perdidas por el Perú, como ocurrió con el guano y el salitre. Por otro lado, un programa económico hecho a la medida de las trasnacionales, con su secuela de daño ambiental, y en el que no se contemplan las autosuficiencias alimentaria y energética, ni siquiera como objetivos a largo plazo, nos asegura nuestro puesto en el 4º mundo, y nos hace inquietántemente sensibles, en las décadas venideras, a acontecimientos que pondrán en peligro el destino de nuestro país y de la propia humanidad.