lunes, septiembre 22, 2008

El Perú y la crisis financiera global

Barcelona . Los diarios españoles están dedicando de seis a ocho páginas diarias, fuera de suplementos a la crisis financiera global. Y lo mismo pasa en el resto de la prensa europea. Todos hablan de derrumbe, catástrofe y del peor escenario desde 1929. Y en el Perú, ¿cómo lo vemos?n

Tres son los impactos centrales previsibles de la crisis global sobre economías como la peruana:

1. Reducción decisiva de la demanda de productos peruanos por el mercado de Estados Unidos, que ya comenzó y se agudizará el 2009 (año de entrada al TLC), y por extensión a otros que estarán frenando su crecimiento, con caída del valor de las materias primas (que ya también comenzó) y baja en las ventas de productos no tradicionales (agroindustria, confecciones, otros).
2. Presión proteccionista del Estado norteamericano sobre su mercado y sus empresas, que se está expresando en la institucionalización de los “rescates”, que en buena cuenta significa que se puede subsidiar, auxiliar y estatizar a los capitalistas en problemas, y que por supuesto se querrá reducir este enorme costo cuando sea posible trasladándolo a sus competidores a través de trabas de acceso y financiación. El secretario del Tesoro de EE.UU. se ha dirigido a sus pares de otros países para que adhieran al nuevo credo de intervención, aunque no queda claro aún el mensaje a la periferia, donde la apertura y desprotección fue un mandato en los 80 y 90.
3. Contracción de los flujos de capital norte-sur, por efecto del debilitamiento de las grandes empresas, la sequía de créditos, el aumento de las tasas impositivas, etc., con una exigencia adicional para atraer la mayor cantidad de remesas de utilidades o retiro de capital de la periferia para mitigar la crisis interna y reducir la pérdida de puestos de trabajo.

La discusión sobre inflación importada o interna, que se vive en el Perú en un contexto de cambios de gran magnitud sobre la arena mundial, suena en verdad al bizantinismo previo a que la realidad nos obligue a nuestro propio viraje. Y los recortes del ministro Valdivieso a las partidas presupuestales, afectando el gasto social, son del tipo de medicina de la abuela (en este caso el FMI) que aplicamos a toda circunstancia, esperando que dé algún efecto.

El presidente García además tiene normalmente una relación dual con el entorno: (1) no quiere aceptar que la “excepción peruana” (que crece más que nadie en el mundo, tiene la inflación más baja, las reservas más altas, etc., y que no lo afecta el entorno, dada la magistral política de atraer las inversiones para acá, en vez de pelearse con los inversionistas), ya no jala para adelante, donde lo que van a faltar son los caballos de los inversionistas y las carretas del comercio internacional, dañadas por la crisis; (2) y no puede, al mismo tiempo, sustraerse de los “consejos” (mandatos) del sistema financiero, a escala internacional y nacional, que están viendo sus propios intereses en cada país, a través de la demanda de ajustes rápidos: niveles de gasto, deuda, crédito interno, etc., que representan riegos para ellos.

La fórmula peruana es por ello “esperar”, que ya vendrá tiempos mejores y estimularse con las cifras que todavía son buenas, sin poder precisar si estamos ante un fin de ciclo y restos inerciales de las vacas gordas que no supimos aprovechar. En el mundo suenan las campanas de alarma, pero García está convencido que dos veces no le va a pasar, que e él le va bien en economía, cuando no hace economía. Pero nunca distingue al país de su persona. Y ese es el mayor riesgo actual.

22.09.08
www.rwiener.blogspot.com

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