martes, mayo 13, 2008

El espejo de Fujimori donde se miran tantos presidentes y algunos ingenuos

Respuesta al artículo más inteligente de L. Núñez


Artículo 62°.- La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.

Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente.

(Constitución de 1993)


Lo primero que uno debería tener claro es que la palabra del Estado respecto a obligaciones sociales (derechos) y las referidas a compra o venta de activos corresponden a dos esferas completamente diferentes de la gestión pública.

Decir que un Estado que promete cumplir con las jubilaciones y después “no tiene plata” y no cumple; es comparable con una Universidad cuya autoridad entrega una porción de terreno del campus a través de un contrato a la Municipalidad a cambio de arbitrios adeudados y es luego rechazada por la comunidad universitaria que se considera ofendida y maltratada; es una típica confusión de papas con camote que vicia la discusión.

Durante los años 90, a partir de un decreto dictado con posterioridad al golpe militar del 5 de abril, el fujimorismo dictó las pautas de lo que fue el proceso de privatización peruano. El DL 674 definió así que los titulares de la COPRI (Comisión de Privatización – actual Proinversión) y sus agentes en la CEPRIS de empresas y servicios, eran virtualmente dueños del patrimonio estatal y podían venderlo al mejor postor, adoptando previamente las medidas necesarias para un mejor arreglo.

En el 93, la Constitución fujimorista, contra la que se pronunciaron todos los partidos políticos, aún los que hoy la sostienen entusiastamente, definió el régimen de contrataciones privadas en el país, fijando la incapacidad del Estado para intervenir en ellos, con leyes o disposiciones de cualquier clase, por tratarse de asuntos entre las partes. Y, a continuación, definió que los llamados contratos-ley en los que participa el Estado son lo mismo que los privados y están encima de la ley o de cualquier otra norma, lo que significa que se puede pactar cualquier cosa usando un cargo pública y no hay vuelta para atrás, porque ya se empeñó la palabra de la autoridad.

¿Quieren saber por qué las privatizaciones corruptas del fujimorato (casi todas) no han revertido al Estado, ni se ha procesado a las empresas y sus representantes que participaron de la corrupción? Por el amparo del artículo 62, que asigna un poder inaudito al que ejerce una administración, por su naturaleza temporal, de bienes y derechos estatales, que no son de su propiedad, y que genera otro poder, el de irreversibilidad del contrato, que es lo que invoca Castañeda para decir que no se puede retroceder porque hay un documento marco que fue firmado por la Universidad. Y es que ni el rector Izquierdo, ni el Consejo, ni menos la Municipalidad, son dueños de los espacios públicos. Los límites de los terrenos de San Marcos fueron fijados por ley y era obligación del rector y el Consejo hacerlos respetar o buscar un soporte legal mucho más sólido que un papel firmado con Castañeda.

Algo más. En el caso Universidad versus Municipio, estamos ante una controversia dentro del Estado y es absurdo pretender que tendría que resolverse por pura mecánica contractual, sin considerar los valores principales que están en juego: la Universidad es una entidad de estudios superiores, la más importante del país; su gobierno se supone democrático y capaz de tomar en cuenta el interés de todo el claustro; la Municipalidad no puede ser adversaria de la Universidad y debe procurar su desarrollo, no contraponerle la “modernización urbana” que tanto le interesa al alcalde.

La referencia que hago a la conducta del rector hasta que por fin “entiende” que ha puesto al claustro en su contra y, como buena autoridad sanmarquina, recula ciento ochenta grados, no es sino la descripción de la trayectoria del Dr. Izquierdo, que pidió policía en marzo, lo que usaron Alva y Salazar en mayo, para meterse dentro del campus a “prevenir” una marcha de estudiantes, que es donde empiezan los disturbios. Eso está clarísimo en mi nota, y es por ello que no puedo entender a qué alude Núñez Ramis con el siguiente párrafo: “las nuevas teorías revolucionarias del no delito a la violación de las normas si se trata de quienes a mi me parecen, de la no violación de los Derechos Humanos si quien los viola lo hace en el nombre del pueblo o simplemente al estilo de los políticos que a algunos, (incluido Raúl) les gustan”

No voy a indicar aquí a quién me recuerda esta construcción gramatical para no derivar el debate hacia otros asuntos, y me limitaré a puntualizar lo siguiente: (a) la crisis en San Marcos se debe a que el diseño de la vía afecta la vida universitaria, diga la vicerrectora que no se dieron cuenta o el alcalde que ya le firmaron y no vale picarse; (b) la mayoría de los alumnos y profesores se consideran agredidos por un acuerdo del que no eran parte y que los afecta, y esto ha creado una situación de ingobernabilidad interna; (c) no sé de qué delito habla Núñez: ¿enajenar lo que no es propio?, ¿afectar la autonomía universitaria?, ¿invadir con policías el campus?, ¿reprimir preventivamente a los que todavía no habían iniciado su marcha?, ¿responder con piedras a bombas y perdigones?, ¿sabotear un carro de la policía?, etc. En mi concepto la ley ha sido desbordada por varios frentes, aunque para algunos la razón siempre está del lado del Estado; (d) no hay “Derechos Humanos” violados a nombre del pueblo, ¿qué tontería es esa?, lo que hay es una creciente intolerancia, agresividad gubernamental, detenciones arbitrarias, que L. Núñez no quiere ver porque cree que AGP es democrático.

L. Núñez añade: “de lo que se trata es de propagandizar (aunque no se quiera reconocer) que posiciones contrarias al elemental estado de derecho si son posibles en manos de Chávez, Morales o mejor aún, en manos de quien convenga a sus posiciones”. ¿Dónde en mi elemental nota sobre los acontecimientos de San Marcos, mi alma matter, para mayor referencia, he intentado hacer propaganda a posiciones contrarias al “elemental esta de derecho …de Chávez, Morales…”? ¡Qué tontería! Y qué confirmación, acabada, de que Núñez ya cuando era parte del bloque contra Fujimori, en lo que estaba pensando era en cómo después iba a combatir a Chávez Frías, su obsesión de cada quince minutos.

Aquí no hemos hablado nada de Chávez, ni de Morales, ni de Correa, ni de Ortega, ni de Lugo u otros fantasmas latinoamericanos, sino de estudiantes enardecidos y porqué se enfrentaron a la policía. Si quieres hablamos de estudiantes de universidades privadas que chocan con el chavismo y que Núñez defiende en esta misma lista, porque las piedras de pitucos democráticos son diferentes a las de pobretones sanmarquinos. Como que la oligarquía boliviana quiere con 35% de la Constituyente decidir el curso de su país y bloquear la reforma agraria, de los inmensos latifundios del oriente. Y a Núñez, le parece que es Morales el que viola el estado de derecho.

Bien. Esas son sus ideas, y lo dejo con ellas, porque ya entendí que no tiene remedio. Por eso no me meto a comentar esas brillantes paradojas sobre el imperialismo que invade y destruye (Irak) y Chávez que amenaza con palabrotas, ¿La misma cosa no? O que la violación de derechos humanos por el Estado es distinta a la que realizan los oficiales al servicio de ese Estado, ¿no les parece genial? Claro que hago un esfuerzo y entiendo: la acusación es contra Ollanta, creo, aunque los testigos se hayan retractado y nada haya sido probado, pero como dice Aldo M. sirve para sacarlo del camino. Pero Alva mata seis campesinos con la autorización de García y hasta ahora seguimos discutiendo si las armas eran hechizas, si el disparo vino de atrás pero cayó en la frente, mientras el presidente sigue invocando a disparar y después pensar. Y Núñez no dice nada.

El espejo es la metáfora de lo que se reproduce. Hay quienes se miran en el que usaba Fujimori y dicen los contratos están blindados, cualquiera sea lo que haya firmado. Para qué son sonsos. Y vuelven a decir, sin orden no hay inversiones, disparen y después piensan. Y un escritor ingenuo comenta: pero es democrático.

13.05.08
http://www.rwiener.blogspot.com/

San Marcos se rebela (La técnica del espejo o el cristal con que se mire) Teoría R. Wiener.
Hace ya varios artículos que Raúl nos sorprende (?) con argumentos cada vez más próximos a posiciones absolutamente contradictorias con las sostenidas anteriormente, a saber del respeto a los compromisos y obligaciones contraídas (¿Exigible solo a las posiciones oficiales u oficialistas?). Si no analicemos su más reciente escrito con una simple técnica del espejo:
La agrupación de jubilados, organización social o simplemente un ciudadano cualquiera (para los efectos no importa cual); cree en la palabra y compromiso firmado por alguna autoridad, acta de conciliación o simple anuncio público respecto a subir el sueldo mínimo por ejemplo e inicia y orienta sus futuras acciones suponiendo que ese compromiso (suscrito además en un papelito con las formalidades de un acuerdo contractual) es una verdad indubitable.
Meses después, la autoridad comprometida descubre que sus cálculos respecto de la recaudación fallaron y entonces simplemente anuncia que el aumento prometido y/o otorgado por algún tiempo simplemente no podrá continuar, pues la recaudación bajó o las ventas no fueron las mismas, en el caso de una empresa que negoció con su sindicato de trabajadores.
No me imagino a Raúl en un escenario como ese, escribiendo artículos favorables sobre el empresario, funcionario o cualquier otro que de “buena fe” (a decir de Raúl y sin mencionar los acuerdos adoptados) cambio orondo lo acordado.
“Han pasado meses (sostiene Raúl) y cada día el rector ha sentido la presión de los estudiantes, maestros y trabajadores” . “El rector ha entendido por fin que no va poder seguir gobernando si el claustro lo condena como responsable de las obras” (insiste Raúl y desliza un mensaje que explica las “nuevas teorías revolucionarias” del no delito a la violación de las normas si se trata de quienes a mi me parecen, de la no violación de los Derechos Humanos si quien los viola lo hace en el “nombre del pueblo” o simplemente al estilo de los políticos que a algunos, (incluido Raúl) les gustan.
Cándidamente sostiene que para el público debe ser difícil entender a una autoridad con tantas cabriolas o que si este estaba facultado o no para firmar el dichoso documento. No se trata a criterio de esta posición si quien firmó estaba facultado o no, ya que ciertamente lo estaba por cuanto dicha propuesta fue consultada incluso con el Consejo Universitario; de lo que se trata es de facultar a quien sea a desconocer lo acordado y a generar el “desmadre” mayor posible por que eso si es “progresista”; de lo que se trata es de propagandizar (aunque no se quiera reconocer) que posiciones contrarias al elemental estado de derecho si son posibles en manos de Chávez, Morales o mejor aún, en manos de quien convenga a sus posiciones; de lo que se trata es de desconocer que aquellos mismos planteamientos pero generalizados en principios aplicables a todos por igual no son posibles. De eso se trata. Si el imperialismo norteamericano invade se rechaza; pero si Venezuela amenaza no. Si la violación de Derechos Humanos es de un Estado se condena, pero si es en manos de un militar “nacionalista” no.
Curiosa forma “revolucionaria” de interpretar el mundo y sus contradicciones; curiosa defensa del MRTA “por que ya no actúa”; curiosa presión a un pusilánime rector “que no podría gobernar” si reconoce lo que hizo.
Curiosa la lógica del espejo. Una misma acción es condenada si es cometida por unos, pero justificada si lo es por otros.

Por eso aquello del “espíritu fujimorista” que menciona en respuesta a otro correo mío, aún sabiendo donde nos encontramos y coincidimos; desconociendo que es precisamente la “teórica practicidad fujimorista” la que explica sus actuales teorías.
L. Núñez

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