lunes, mayo 28, 2007

Libertad de prensa, qué maravilla

Por lo que dicen los medios peruanos sobre Venezuela, debemos concluir que aquí tenemos una libertad de prensa de la patada, de esas por las cuales hay que pelear y si es necesario morir. O sea, que si le quieren cobrar sus deudas a Genaro Delgado Parker o si le retiran la administración judicial “provisional”, que le permite controlar un canal del que hace tiempo no es propietario, y en el que hace lo que le da la gana, deberíamos marchar en las calles, llorar ante cámaras, traer a la SIP (a la CIDH no, porque ya una vez fue estafada por Genaro, que se presentó como víctima del despojo fujimorista, cuando era uno de los asiduos de la salita de reuniones de Montesinos). Y gritar muy fuerte por la libertad de prensa, que también encarnan Jessica Tapia, Álamo Pérez Luna y otros.

Y si a Ivcher no le siguen dando indemnizaciones por haber luchado por la democracia a partir de 1997, cuando se peleó con Fujimori y Montesinos (en el 92, apoyó el autogolpe y el 95, la primera reelección) y le recuerdan que al igual que Genaro, se deshizo de Hildebrandt en circunstancias que era peligroso mantenerlo en el aire; o si alguien se acuerda que ATV no ha resuelto su situación legal y sus dueños permanecen fugados; y si finalmente se esclarece que ni “El Comercio”, ni “La República”, han puesto un cobre para quedarse con América TV, y que tampoco pagan deudas; también tendríamos que sacar la cara por ellos, porque encarnan esa libertad maravillosa de la que gozamos y que componen Chichi Valenzuela, Rosa María Palacios, Althaus, Bayli, Magali, y otros que encarnan todo lo que el país piensa.

Veamos un caso: en estos días venimos aprendiendo gracias a los grandes medios que comerciante e invasor son palabras casi sinónimas; que, como en Irak, Santa Anita estaba llena de armas; que la ley se cumple sin dudas ni murmuraciones (pero el Alcalde de Lima es uno que no cumple la ley, ya que se niega a reponer a los trabajadores municipales sobre los que existe fallo definitivo para que vuelvan a sus puestos de trabajo); que no separarse de los hijos es usarlos como escudo humano; etc. Claro que la prensa se pregunta todavía, porqué los vendedores no querían hablar con ellos y los alejaban tirándoles piedras y otros objetos.

Algo parecido puede decirse de los jubilados de la ley 20530, de los cocaleros, de la población de Ancash que participó del paro de abril, de los comuneros de Majaz y Cajamarca enfrentados a las mineras, de los arequipeños opuestos a las privatizaciones, etc. Todos ellos deben tener un concepto especial de la libertad de prensa. Imagino lo que habrá sentido Humala del balance de Aldo M. sobre el papel de los medios en las elecciones del 2006, donde dice que vacunaron a la población contra el virus que representaba el populismo-fascismo-chavismo-izquierdismo del comandante nacionalista. Es decir para salvar la libertad de nuevos Chávez que pudieran aparecer por estas tierras, nos conculcaron la libertad de elegir a quién nos parezca, como la de tener la información adecuada de asuntos importantes de la vida nacional.

La televisora venezolana a la que el gobierno de Chávez le negó la renovación de la licencia, ateniéndose estrictamente a la ley de ese país, tiene una trayectoria parecida a la de sus pares peruanos y de otras partes del continente. Una de sus hazañas es haberse jugado al golpe del 2002, que pudo haber concluido en el asesinato del presidente, elegido democráticamente. Que Chávez se valga de una ley y no meramente de la fuerza, como ha sido en otras experiencias, es un elemento significativo de la crisis venezolana. Aquí, por supuesto, la ley no tiene que cumplirse de manera estricta; ya que, según palabras del observador de la SIP, habría un derecho superior, que sería garantizar la voz de un sector político, que dicho sea de paso tiene otras cuatro estaciones de televisión, a pesar de ser clara minoría en el país. La idea básica es que el poder oligárquico de los medios forjado en una historia de regímenes reaccionarios no puede alterarse, ni siquiera, cuando la ley lo hace posible. Ellos son y siempre serán la libertad de prensa.

Pensar que los medios pueden ser más democráticos, plurales, abiertos, cercanos a las demandas populares, es algo que jamás se han planteado los grandes medios de comunicación. Pero cuando los tocan –aunque sea en cabeza de sus pares venezolanos-, chillan hasta el cielo, como lo hicieron los banqueros en 1987, haciendo creer que la defensa de su propiedad y de su capacidad de manejar la información, es interés de todos nosotros. Y hay algunos que les siguen el juego.

28.05.07

www.rwiener.blogspot.com

1 comentario:

Juan A. Cavero G. dijo...

La derecha, como siempre, manipula a la opinión pública, a través de sus poderosos medios de información. "Día de luto para la libertad de expresión", "El sátrapa cierra RCTV" y otras sandeces, incluyendo la de "violación a los derechos humanos", lloriquean Aldo M., Álvarez Rodrich, y otros plumíferos, los cuales no defienden, al fin y al cabo, sus propias convicciones, sino, principalmente, el "sacrosanto" derecho que tienen los capataces mediáticos de emitir por el espacio radio-eléctrico (que según la ley, es propiedad pública), lo que a sus intereses convenga. El gobierno bolivariano simplemente ha ejecutado una medida administrativa por la cual, vencida la licencia otorgada a Radio Caracas TV (RCTV) para usar una frecuencia del espacio radio-eléctrico, el Estado ha decidido no renovarla. No hay, entonces, ningún atentado a la libertad de expresión, e incluso, es probable que Marcel Granier (capataz mediático de RCTV), quien promovió y apoyó el golpe de estado fascista del 11 de Abril de 2002, siga emitiendo su basura televisiva a través del cable o de Internet.
Pero lo que evidentemente, los plumíferos defensores de la libertad de expresión que a sus patrones conviene, no quieren discutir, es lo siguiente: ¿qué legitimidad tienen los dueños de las televisoras de señal abierta para ejercer un privilegio que corresponde al Estado, como personificación de la nación? A lo mejor piensan que tienen un derecho "natural" para detentarlo. Lo cierto es que ellos ejercen la propiedad y uso de las frecuencias televisivas sólo por su dinero, porque moralmente no están capacitados para hacerlo. Examinemos la conducta de estos capataces mediáticos durante todos los años que existe televisión en el Perú. Siempre han utilizado su formidable poder para defender sus propios intereses, que son los de la derecha y para, en el colmo de la corrupción, entregarse a Fujimori y Montesinos. Recordemos la campaña electoral de 1995 en que prácticamente todos los canales de TV apoyaron la re-elección del delincuente, a quien previamente respaldaron en Abril de 1992, en su golpe de estado. ¿Y en la campaña de 2000? Acordaron respaldar a Fujimori e impidieron la emisión de propaganda electoral de los otros candidatos. Luego se descubrió todo a través de los "vladi-videos". Sin embargo, ante el flagrante delito, el Estado no tomó acciones, como habría sido cancelarles, de inmediato, la licencia de funcionamiento. Para nadie es un secreto que la actual TV comercial de señal abierta se dedica a difundir anti-valores, mediante su poderosa influencia sobre la niñez, contribuyendo decisivamente a eso que Marco Aurelio Denegri llama estupidización generalizada. De poco sirve entonces que el sistema educativo promueva valores, si eso va a ser destruido por un sistema más poderoso de difusión de conductas y conceptos. La función social de los medios de comunicación privados no existe, y cuando a alguien se le ocurre regular los contenidos y los horarios de la programación, los capataces televisivos y sus plumíferos saltan de inmediato con el cuento de la "amenaza a la libertad de expresión e información", lo que sería mejor llamado como amenaza al libertinaje mediático. Incluso tienen el cuajo de establecer una llamada "auto-regulación", estableciendose como juez y parte en lo que se refiere al contenido de la programación.
¿Qué hacer con la televisión? Claro, gobiernos como el actual o los anteriores dejarán las cosas tal como están. Por lo que se ha expuesto líneas arriba, los dueños de las televisoras comerciales son gente demasiado peligrosa para que sigan manejando eternamente un medio tan poderoso de comunicación.
En Chile, cuando la televisión fue instaurada, el Estado dispuso, mediante ley, que sólo las universidades podían ser autorizadas para usar las frecuencias televisivas. Y el gobierno chileno de esa época no era, ni por asomo, socialista.
Una solución (que sólo podría ser tomada cuando exista en nuestro país un gobierno que tenga como objetivo modificar radicalmente el orden social), es la de entregar la administración y uso de las frecuencias televisivas de señal abierta a las universidades nacionales, con un dispositivo legal claro que regule este ejercicio y oriente la programación a la difusión de valores y conductas que promuevan el libre ejercicio de todas las corrientes artísticas y de pensamiento, y la formación de un espíritu crítico en los televidentes. En las universidades hay gente en formación y cuadros profesionales capacitados para llevar a cabo esta tarea. Evidentemente, una universidad nacional, estaría constantemente bajo escrutinio de la opinión pública y no se arriesgaría a ponerse en el disparadero, emitiendo programas basura como "Magaly TV" o "Risas de América". Los programas de opinión reflejarían las corrientes de opinión al interior del centro de estudios, que es, mismo tiempo, reflejo de la sociedad.
Cabe preguntarse, ¿qué opinaran acerca de lo anterior, los sectores opositores? Sería interesante saber si Ollanta Humala (cabeza visible de la oposición) y el PNP tienen algún proyecto sobre la propiedad y gestión de la TV de señal abierta. O si lo tienen aquellos "intelectuales de izquierda" cuyas conciencias inmaculadas decidieron votar en blanco, cuando la ciudadanía tuvo que optar entre la continuidad y el cambio en el último proceso electoral presidencial. En mi opinión, este es un tema ineludible para todo ciudadano o sector político que pretenda realizar un verdadero cambio en el Perú.