lunes, julio 31, 2006

¿Bolivarianos en el Perú?

Raúl A. Wiener

Si hay un ingrediente extra en el actual proceso electoral peruano, ese se llama Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela, apostador temerario a Ollanta Humala y adversario frontal de la candidata de la derecha Lourdes Flores Nano.

Mucho se ha discutido si las diversas formas en que el comandante venezolano se ha hecho presente en la coyuntura ha hecho bien o mal, a su par militar peruano, pero esas disquisiciones, que deben haber llegado a sus oídos, no lo han arredrado en ningún sentido.

Cumplida la primera vuelta ha vuelto a manifestarse ironizando el resultado en relación a las supuestas ventajas que habría ofrecido el modelo neoliberal a la población: ¿ y entonces porque la mayoría apoyó a Humala, y menos de un votante de cada cuatro apoyo a la Flores?

Con sinceridad, además, añadió que iba a serle difícil la segunda vuelta a su amigo Humala, enfrentado probablemente a una coalición de sus principales rivales, que sobre el papel sobrepasan el 50% de los votos. Pero esa prudencia no ha impedido que su canciller apunte la existencia de una “tendencia irrefrenable al cambio” que estaría en marcha en esta parte del continente, uno de cuyos eslabones sería la victoria parcial del candidato más próximo a Venezuela.

Toledo intentó producir una crisis diplomática en relación a las primeras declaraciones de Chávez del mes de diciembre que expresaban abierta preferencia por uno de los candidatos, calificada como “ingerencia externa” y ordenando a su embajador regresar a Lima. Y nuevamente en enero cuando, también sin pelos en la lengua, el venezolano manifestó su desagrado por la candidata conservadora. Pero no le fue bien. Tuvo que retroceder sobre sus pasos sin lograr satisfacciones. Por lo que es difícil pensar que tentaría por tercera vez poner su pleito personal con el presidente bolivariano en el centro de la política peruana, ahora tan ganada por saber quién competirá con Humala en la segunda vuelta.

En todo caso Toledo ya ha anunciado que tras su retiro de la presidencia encabezará una “fundación para la defensa de la democracia”, que parece ya contar con apoyo político y financiero de Estados Unidos, y cuya acción estaría dirigida en prioridad a inquietar a Caracas, que es, en el momento, el clavo más fastidioso que Washington tiene que soportar al sur de América.

El miedo a Venezuela

La mirada histórica de los peruanos sobre Venezuela se basaba en dos elementos significativos: un país con dinero al que valía la pena llegar para ahorrar con algunos años de trabajo y un equipo de fútbol al que podíamos estar seguros de ganarle en la cancha, cuando perdíamos con los demás. Ambas visiones han cambiado significativamente. La nación caribeña, aunque aún siga atrayendo inmigrantes, está hoy asociado a los nuevos miedos en las capas medias y altas por el proceso chavista. Por otra parte, en fútbol ha mejorado tanto que ha dejado de ser el último de la tabla. Riego que ahora nos corremos los peruanos.

Una secretaria que atiende el despacho del ministerio vinculado al Comercio Exterior, me preguntaba, después de la primera vuelta, si era verdad que en Venezuela se ha prohibido la enseñanza de inglés en los colegios, suponiendo que Ollanta Humala aplicaría el mismo concepto en el Perú. Creía además que en el país de Chávez, las casas desocupadas, aunque fuese por vacaciones de sus dueños, corrían el riesgo de ser ocupadas por indigentes con apoyo del gobierno. Sui alteración era tan grande que no sabía si tenía que jugarse por el “voto democrático” (anti Humala) en segunda vuelta o empezar a pensar en el traslado de su familia al extranjero.

Hay otros temores: ¿se eliminará la televisión por cable?, ¿la Internet?, ¿el gobierno tomará los ahorros bancarios?, ¿nadie podrá tener más de una propiedad urbana?, ¿se expropiarán los medios de comunicación?, ¿los hijos serán enrolados en los círculos bolivarianos?, ¿las Fuerzas Armadas serán reemplazadas por milicias?, etc. Una gran cantidad de mensajes electrónicos circulan en el Perú advirtiendo de estos peligros, inventándolos, exagerándolos. Curiosamente antes de esta alarma, los miedos peruanos, más precisamente limeños, se dirigían al ex presidente y candidato del APRA al que se le asociaba con ahorros confiscados, colas, carestía, violencia, corrupción, etc. Pero ahora hay muchos que votarán por él, para conjurar la otra pesadilla, la de Humala-Chávez que se le imagina aún más grave.

La embajada en Lima

¿Qué rol ha jugado la embajada venezolana en Lima, en los últimos cinco años? Hasta agosto del año 2004, es decir hasta la fecha del referéndum revocatorio que planteaba poner fin al gobierno de Hugo Chávez, sobre la base de una consulta popular y que concluye en la victoria del comandante de las boinas rojas, la sede diplomática de la república del norte era ocupada por el embajador Gonzalo Jesús Gómez, que según las referencias guardaba no tan secretas simpatías hacia la oposición. En más de una ocasión diversos periodistas se dirigieron a la embajada para solicitar información sobre lo que estaba pasando en Venezuela en relación al golpe que intentó derrocar al presidente y más tarde a la posición oficial respecto al referendo, encontrándose para su sorpresa con la versión opuesta.

Jesús Gómez fue sin embargo separado del cargo y en su reemplazo llegó una joven activista del chavismo, que oficialmente figuraba como encargada de negocios, pero que a su vez tenía la representación de la embajada: Magali García. Con ella hay una apertura hacia los movimientos de bases que desde tiempo atrás venían respaldando a Venezuela y hacia los partidos tradicionales de la izquierda que empezaron interesarse en el fenómeno venezolano tras el contundente desenlace del referendo. Magali García se hace presente en polémicas sobre temas como TLC, ALCA y la propuesta del ALBA, actos de solidaridad, eventos juveniles como las preparatorias del Festival Mundial de la Juventud, etc.

En enero del 2005, la embajadora encargada rechazó la versión de prensa que vinculaba al presidente Hugo Chávez con la asonada de Andahuaylas, dirigida por Antauro Humala, hermano del actual candidato a la presidencia. Y en octubre del mismo año, en uno de sus últimos actos públicos, participó de un concurrido acto celebratorio por la fundación del Partido Comunista, con la presencia de sus dos alas históricas, en proceso de unificación. La presencia venezolana fue aplaudida con mucha emoción por los presentes. Poco después, sin embargo, la encargada de la embajada es retirada del cargo, y según se dice en ciertos corrillos, porque habría facilitado un apoyo económico para el que no estaba autorizada.

En todo caso, el nuevo embajador que reemplaza a la encargada, el señor Cruz Martínez, da la impresión de haber sido puesto ahí por su perfil bajo, anodino y orientado a evitar polémicas. Las crisis que se han producido entre Lima y Caracas, las ha manejado con muchísima mayor mesura que lo que lo hacían los propios presidentes y otros personajes públicos de los dos países. Insistentemente el embajador ha dicho que su país no interviene en la elección. También parece que ha enfriado las relaciones izquierdistas de su predecesora. También es cierto que el izquierdismo peruano se ha devaluado intensamente en las actuales elecciones.

Las acusaciones contra Venezuela han estado dirigidas más bien hacia funcionarios de segundo nivel. En particular contra una persona de nombre Virly Torres a la que algunos medios, con el respaldo de diplomáticos en retiro, sindican como “enlace con Humala”. Desde hace meses hay en marcha una campaña pidiendo su expulsión y la campaña ha recrudecido en los días de la primera vuelta.

Militancia chavista

A fines de noviembre del 2003, Roger Taboada, regresó de participar del Ier. Congreso Bolivariana de los Pueblos en Venezuela y se reunió con los dirigentes del movimiento Otro Mundo es Posible, que se formó como respuesta a la invasión de Irak, para proponerles crear una organización de respaldo a la revolución venezolana. Estos eran una coalición de pequeños grupos radicales, hostiles a la izquierda tradicional, con un emplazamiento físico en una pequeña calle del centro de la ciudad, donde en medio de casas y solares tugurizados, tiendas de libros piratas y grabaciones de música testimonial, ha venido floreciendo algunos espacios marginales de la cultura y la política.

La marcha contra la guerra en el 2002 había sido importante y amplia. Pero en la lectura de Otro Mundo es Posible, esta había sido una victoria propia. Sin embargo Taboada pensaba que el salto podía producirse asociándose a un proceso que no había merecido el interés de ningún sector político peruano. Si bien la recomendación que venía de Caracas era impulsar el Capítulo Perú del Congreso Bolivariano, lo que se hizo en aquella ocasión fue constituirse como Coordinadora de Solidaridad con Venezuela, presidida por el mismo Taboada. Otro Mundo es Posible aportó la mayoría de los miembros iniciales, y al poco tiempo quedó disuelta en el nuevo proyecto.

La manera de entender el nuevo organismo era la de impulsarlo hacia un fuerte activismo relacionado con los problemas que se vivían en Venezuela. No se conocen esfuerzos de elaboración ideológica, capacitación o difusión surgidos de la Coordinadora. En cambio sí se tuvo noticia de varias marchas callejeras, entre ellas una importante hasta el local de la embajada, al comienzo de la Avenida Arequipa en los límites del cercado de la ciudad de Lima, que convocó unas 500 personas, que no fueron recibidas por el embajador Gómez que se encerró detrás de sus paredes.

La parición de la Coordinadora atrajo en cambio la mirada de afuera. El secretario de organización del Congreso Bolivariano de los Pueblos, el argentino Fernando Bossi, empezó una serie de viajes Caracas-Lima, con la clarísima responsabilidad de impulsar la transformación de la Coordinadora en el deseado Capítulo Perú, y de ampliar la convocatoria desde los grupos iniciales hacia los partidos de izquierda y las más importantes organizaciones sociales.

Cuando se aproximaba la fecha del referendo revocatorio, Bossi volvió a hacerse presente, subrayando que era de vida o muerte apoyar a la permanencia de Chávez en el poder. Ahí se organizaron las jornadas de Lima bajo las consignas: “Por el sí, Chávez no se va”, que como se suponía no hallaron eco en la embajada venezolana. Antes bien se cree que fue el embajador el que influyó al gobierno de Toledo a reprimir a la Coordinadora cuando realizaba el acto central de apoyo al sí venezolano. Tras el pasacalle y los números musicales, y cuando comenzaban los discursos, resonaron las bombas de dispersión, a pesar del permiso concedido por la prefectura. Días después la Coordinadora estaba enviando a Caracas una copia filmada de sus actividades y de la represión producida que sería difundida antes de la votación.

Izquierda bolivariana

Luego del referendo, efectivamente, algunos de los partidos principales de la izquierda peruano empezaron a moverse con la mirada puesta en lo que pasaba en Venezuela. Nuevamente Bossi viajó a Lima y animó a un encuentro entre los que ya venían siendo Coordinadora de Solidaridad y los dirigentes de los partidos. Este era un trato difícil para ambas partes, por las resistencias de un lado y del otro. Sólo la presión de Bossi hizo finalmente el milagro hacia finales de septiembre del 2004, de lograr una reunión de todas las partes para proclamar el nacimiento, por fin, del Congreso Bolivariano de los Pueblos, Capítulo Perú.

Unas 320 personas abarrotando el local del sindicato de trabajadores del Banco de la Nación, una larga mesa a la que todo el mundo trataba de ingresar, y muchísimas expectativas de que la nueva criatura contribuyese a la reactivación de la izquierda y las corrientes progresista, y ayudara a formar el frente que se requería para las elecciones, eran los datos que distinguían el momento. Pero las tensiones estaban ahí. Los partidos se proponían naturalmente a tomar el control y la Coordinadora reclamaba haber mantenido un compromiso cuando nadie creía en la estrella bolivariana.

Al final la gran cuestión era saber si todos se aceptaban y se estructuraba una dirección horizontal de todos los participantes, o se definía alguna estructura. Bossi inclinó la decisión hacia la conducción horizontal y colectiva. Pero eso sólo duraría hasta la siguiente reunión, con 90 participantes, donde nuevamente se discutió si siendo todos iguales, unos eran más iguales y debían dirigir a los otros. El punto se concentró en lo que se llamó la siguiente convocatoria: unos decían que había que nombrar una comisión que convoque y otros que los 90 presentes se autoconvocaran. Finalmente se eligió a regañadientes el último camino, pero a la tercera reunión autoconvocada sólo llegaron 40, que se encontraron rápidamente enfrascados en una discusión sobre reglamentos y comisiones.

La cuarta reunión sólo tuvo 4 participantes y la quinta dos. Esa fue dos semanas antes de las elecciones. La Coordinadora por cierto no se disolvió, a pesar de los requerimientos de Bossi y como conclusión anunció que no mantendría su alianza con los partidos de izquierda. De otro lado, para los principales dirigentes partidarios, esto no ha hecho sino ratificar lo difícil que es tratar con los grupos radicales marginales y su posición es que ellos son más que suficientes para hacer que el Capitulo Perú exista. Seguramente cuando se despejen los malos humores de la devastadora derrota sufrida por todos los partidos de izquierda en las urnas del 9 de abril.

Cada uno por su lado

En un viejo edificio de la avenida Camaná, también en pleno centro de la ciudad, en el cuarto piso, una placa que podría ser la de un abogado o de un dentista, indica que estamos ingresando al local de la Coordinadora Continental Bolivariana Capítulo Perú. Este es otro membrete, distinto a los anteriores, detrás del cual debe haber unos 6 o 7 grupos, principalmente de jóvenes, con un total de unas 50 o 60 personas, que se articulan después de participar en el II Congreso Bolivariana de los Pueblos en Venezuela.

Para ellos no sólo la izquierda de los partidos está descartada para acaudillar una corriente de reclamos antiimperialistas, sino también grupos como Otro Mundo es Posible, del que formaron parte algunos de ellos, pero que consideran infiltrados de oportunistas. Tampoco creen en Ollanta Humala, lo que los ha motivado a animar una llamada Coordinadora por el Voto Viciado, lo que sin duda debe haberles enfriado la relación con Venezuela. Curiosamente no se pretenden chavistas ni cercanas al gobierno de Chávez, sino a movimientos latinoamericanos de solidaridad. En sus documentos se definen como “mariateguistas-guevaristas”, y es fácil encontrar alusiones a Mariátegui, el Che, Luis de la Puente y otros en afiches y alegorías. En realidad parecen estar detrás de una relación privilegiada con los grupos que han tendido o tienen conexión con procesos de lucha armada como las FARC, ELN, MRTA y otros que también desarrollan una coordinadora continental, que según se dice nació de alguna reunión en Venezuela.

La Coordinadora Continental, tiene integrantes tan pintorescos como el grupo universitario sanmarquino Integración Estudiantil, el grupo Todas las Voces, la revista Masa, el grupo José María Arguedas, entre otros. Esta Coordinadora ha promovido foros de debate sobre temas como el TLC y la invasión de Irak. No se les ve privilegiando el vínculo con los venezolanos, a pesar del nombre de bolivarianos que utilizan.

Ollanta y los bolivarianos peruanos

Según cuentan los de la Coordinadora de Solidaridad, ex Otro Mundo es Posible, ellos llegaron a sostener hasta cinco reuniones con el entonces precandidato Ollanta Humala, su esposa y los dirigentes que le eran más cercanos, apenas se produjo su regreso de Seúl, en los primeros meses del 2005. Fueron reuniones de acercamiento en las que el proyecto del comandante estaba todavía muy borroso y los puntos sobre los que iba a centrar su programa permanecían muy oscuros. Varias veces habría dicho que su misión era poner los cimientos del cambio lo que significaba hacer del Perú una sociedad de “ciudadanos con trabajo”. La revolución y los cambios más profundos vendrían después de él.

Estas conversaciones se interrumpieron por decisión de Humala cuando ya estaba empezando a prender su candidatura en diversas partes del país. La última vez los dirigentes de la Coordinadora le plantearon un compromiso de apoyo para las elecciones del 2006 A lo que el comandante contestó:

- No se equivoquen. Yo no soy tradicional. No asumo ningún compromiso.

Hasta ahora no han vuelto a encontrarse.

La Coordinadora de Solidaridad, después de los diversos encontrones sufridos en estos años, ha reafirmado su existencia, adoptando como nuevo nombre el de Coordinadora Bolivariana, que se define como próxima y solidaria con la experiencia chavista.

Actualmente parece estarse metiendo en un nuevo tipo de compromiso que los denominan “proyectos sociales”. Son iniciativas semejantes a las que se impulsan en los sectores pobres de Venezuela. Así está funcionando la Misión Milagros, que busca detectar personas con enfermedades graves de los ojos para trasladarlas a Venezuela para su tratamiento, con una cobertura de los gastos de diagnóstico y calificación, pasajes y estadía en los centros de atención de Caracas. Hasta la fecha habrían salido unas cien personas con este proyecto. Otra misión que se está preparando se denomina Sucre, y tiene como tema la alfabetización.

Sin duda, los lazos actuales Perú-Venezuela, el escenario electoral y los procesos de organización de simpatizantes chapistas y bolivarianos en el Perú, plantean una telaraña compleja pero cada vez más tupida. No se va a destruir tan fácilmente. Por más miedos que sientan algunas personas o por más insinceridad que pueda haber en algunos acercamientos. La historia de los dos países tiene demasiados puntos de encuentro en el pasado como para que no nos demos cuenta.

Lima 20 abril 2006

Fuentes:

- Entrevista a Franz Pillaca de la Coordinadora Bolivariana

- Entrevista colectiva a dirigentes de la Coordinadora Continental Bolivariana

- Entrevista a Víctor Oliva, secretario general del PSR y secretario de relaciones internacionales del Frente Amplio de Izquierda

- Información de prensa

- Información del autor

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